La Vanguardia (1ª edición)

Oh, my papa...

-

Hoy voy a hablarles de mi padre, el poeta: Josep Maria de Sagarra i de Castellarn­au. Cuando empecé a escribir en los papeles, hace más de cincuenta años, solía hablar a menudo de él. A la sazón, mi padre era ninguneado, por no decir menospreci­ado, por lo que yo bauticé como él “patufetism­o-leninismo”: Serra d’Or, La pareja (Castellet & Molas), en la que el tricornio semejaba, pero no demasiado, una barretina, etcétera, etcétera; y cada vez que hablaba de él en los papeles mi madre se ponía la mar de contenta. Mis amigos me instaban a que matase al padre, pero yo me negaba. Además, ¿para qué tenía yo que matar a mi padre si mi padre era mi abuelo? Mi padre, que me llevaba cuarenta y tantos años, se murió cuando yo hacía la mili y, a decir verdad, jamás tuvimos una conversaci­ón de hombre a hombre. ¿Para qué iba a matarle?

Bueno, pues hoy voy a hablarles de mi padre, y voy a hacerlo porque es noticia: el 1 de octubre, la editorial Christian Bourgois, de París, puso a la venta la edición francesa de su novela Vida privada, con un espléndido y más que generoso prólogo de Juan Marsé. No es la primera vez que una editorial francesa publica la novela de mi padre. En 1988, Pierre Belfond ya la publicó ( Vies privées), pero sin demasiado éxito. Todo lo contrario de lo que me hace presagiar la edición de Bourgois: a los siete días de ponerse a la venta, el 8 de octubre, en las páginas literarias de Le Monde, ya venían unas líneas muy elogiosas de Ariane Singer sobre Vies privées (Bourgois conserva el título de la edición Belfond, así como la traducción, revisada, de Nicole Pujol).

En la biblioteca de mi padre no había ningún ejemplar de ‘Vida privada’, jamás me hablaron de su existencia

En la biblioteca de mi padre no había ningún ejemplar de Vida privada, y tanto mi padre como mi madre jamás me habían hablado de la existencia de este libro. Lo leí, me lo prestó un amigo, y me produjo una cierta impresión, y dije a mi madre que debíamos intentar resucitarl­o. Mi madre se negó. Me dijo que la novela, a raíz de su publicació­n, le había causado muchos problemas a mi padre, tanto familiares como de amistades, y que no estaba dispuesta a volver a pasar por ello. Yo insistí, y entonces mi madre me dijo que no me hiciese ilusiones, que la censura franquista no iba a permitir que se publicase una novela “escandalos­a” en la que, para colmo, el autor se mofaba abiertamen­te del general Primo de Rivera. Con lo del general estaba de acuerdo, pero tampoco eran demasiadas páginas, tres o cuatro a lo sumo. En cuanto a lo de “escandalos­a”, le dije que las cosas habían cambiado un poquitín en este jodido país y que en las librerías se podía encontrar alguna que otra novela del “escandalos­o” Moravia, por citar un nombre ilustre. Total, que decidimos mandar una carta al ministro Fraga Iribarne, que yo redacté y que firmó mi madre. En ella se decía al ministro que confiábamo­s en su buen criterio para que autorizase la publicació­n de una novela, de 1932, en la que parte de la aristocrac­ia y de la alta burguesía barcelones­a se encanallab­a en el Barrio Chino como, años después, lo haría la alta burguesía barcelones­a, la de la célebre Brigada del Amanecer, en los años cuarenta y principios de los cincuenta, antes de que el gobierno del general Franco prohibiese las casas de putas para convertirs­e en un Estado miembro de la ONU. Y, huelga decirlo, también se mencionaba en la carta al señor Moravia, comunista o filocomuni­sta, cuyos libros se vendían en las librerías.

Y Fraga respondió diciendo que sí. Con matices, claro está: fuera el general, menos coña con los curas y un poco más de decencia, es decir, menos jodienda. Y Aymà publicó en 1965, después de 33 años, la segunda edición de Vida privada. Y con ella llegó el escándalo, pero no el que se imaginaba mi madre: Joan Oliver (Pere Quart), el responsabl­e literario de Aymà (en manos de Joan Baptista Cendrós, “ministre de Colònies i Perfums”), corrigió el texto de mi padre. Donde mi padre escribió “Els parpres, en obrir-se, van fer una clac, gairebé impercepti­ble…”, Oliver escribió: “Les parpelles, en obrirse, van fer un sorollet gairebé impercepti­ble”. Y es que el gran Oliver, el del “sorollet”, decía que mi padre “escribía muy mal” (lo cuenta Xavier Bru de Sala, que afirma habérselo oído decir al propio Oliver).

A partir de entonces Vida privada ha tenido una vida mucha más agradable. José Agustín Goytisolo y Manolo Vázquez Montalbán la tradujeron al castellano. Manolo, Félix de Azúa, Juan Marsé, Eduardo Mendoza y Terenci Moix la auparon en una segunda versión castellana (Anagrama), con un prólogo estupendo de Marcos Ordóñez.

En 1987, Vida privada se emitió por la primera cadena de TVE (cuatro capítulos de una hora), protagoniz­ada por Josep Maria Pou, Nino Castelnuov­o, Analía Gadé y Lilí Murati, con guion de Francesc Betriu, Gustau Hernández y Juan Marsé y diálogos de Jaime Gil de Biedma (se trataba de una coproducci­ón de la TVE con la RAI italiana; TV3, la de Pujol, se negó a participar). En catalán, Vida privada, cuenta con más de una docena de ediciones, ha llegado a las escuelas, y no hace mucho Xavier Albertí la llevó al escenario del Teatre Lliure de Montjuïc. Vida privada existe en alemán, ahora resucita en francés, dentro de unos meses saldrá la edición estadounid­ense. Sílvia Munt va detrás de una segunda versión televisiva. Falta la traducción italiana. Me gustaría que fuera la de la siciliana Sellerio. Estoy en ello. Al fin y al cabo, Vida privada es, dicen, la novela “emblemátic­a” de nuestra ciudad.

 ?? PEDRO MADUEÑO ?? Joan de Sagarra, con un retrato de Josep Maria de Sagarra al fondo
PEDRO MADUEÑO Joan de Sagarra, con un retrato de Josep Maria de Sagarra al fondo
 ?? JOAN DE SAGARRA ??
JOAN DE SAGARRA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain