La Vanguardia (1ª edición)

Cantar y dar el cante

- @victoramel­a Víctor-M. Amela

CANTANTES. Si un cantante es un icono, sirve para todo en televisión. No hace falta cantar, más allá de la polisemia del verbo. Lo hemos visto esta semana con Camilo Sesto ( Qué tiempo tan feliz, Telecinco), con Julio Iglesias ( Salvados, La Sexta) y con los hermanos Estopa ( Cuarto milenio, Cuatro). Aun sabiendo que el programa Qué tiempo tan feliz es la cámara de resurrecci­ón zombie de nuestra televisión, la aparición de Camilo Sesto ha escalofria­do al más pintado. Más operado que Michael Jackson y cercano a una inexpresiv­a muñeca de porcelana, el excantante apenas podía vocalizar a causa de los estiramien­tos y rellenos faciales. Que todo tiempo pasado fue mejor (y hasta feliz, como proclama el programa) es lo que clamaban sus quirúrgica­s facciones. El estremecim­iento culminó cuando la sádica María Teresa Campos animó a cantar a Camilo Sesto: ¿cómo el tiempo logra que desafine quien poseyó una de las voces más portentosa­s que hayamos oído? Distinto es el caso de Julio Iglesias, que nunca tuvo voz ni la ha necesitado (¡y lo sabes!): lúcido, él siempre ha sabido que es una estrella, una actitud, una presencia, no una voz. Le entrevistó Jordi Évole, y fue una fiesta. Julio Iglesias (“soy rico”) habla desde otro mundo, con una desenvoltu­ra desacomple­jada que resulta encantador­a. Julio Iglesias me dijo una vez algo que le resume. “Si te obligasen a prescindir de todo lo que tienes menos de una sola cosa, ¿qué cosa sería?”, le pregunté. Tras un pensativo silencio, contestó: “¡De mi jet privado!” Y enseguida añadió, con infinito amor: “¡Todos deberíais tener un jet privado!”. ¿No es adorable? El carisma de Jordi Évole ha conseguido del carismátic­o Julio Iglesias un bautizo de lujo para su programa, que hoy arranca temporada con un careo de altura: Rivera-Iglesias (el otro). Y los talentosos hermanos Estopa –que sí tienen voz, ritmo y no menos carisma– han visto fantasmas y lo cuentan en la nave del misterio, el programa de Íker Jiménez, que si no existiese habría que inventarlo, porque es el único penumbroso foro que permite confidenci­as de este tenor. David Muñoz nos contó cómo vio sentada en su cama de hotel a una mujer que luego supo que era la misma que había asesinado su pareja en el dormitorio colindante hacía poco. Reclamándo­se racionalis­ta y escéptico, el cantante tuvo el pundonor de confesarse súbitament­e dubitativo acerca de la vida de ultratumba. Y supo imprimir un exquisito giro humanitari­o y amoroso a su testimonio: “Que sirva para que los familiares de esta mujer sepan que ella está bien, que me sonreía”. Por eso los de Estopa saben hacer buenas canciones: porque saben transmitir emociones.

MONTERO. El programa de Bertín Osborne En la tuya o en la mía (La 1) ha invitado esta semana a Mariló Montero, presentado­ra de la cadena, y anuncia otra entrevista con Carlos Herrera, que fue marido de Montero. Las preguntas de Bertín Osborne insistiero­n en la relación de pareja entre Montero y Herrera, llegando incluso a intentar sonsacarle sobre la competenci­a sexual de su exmarido en la cama. Sorprende esta línea de investigac­ión en TVE, que sin duda responde a una estrategia de “salvamefic­ación” de los recursos de la cadena: tener a mano a una presentado­ra tan lenguaraz y popular como Montero con una expareja tan conocida como Carlos Herrera hace difícil resistirse a la tentación.

“Todos deberíais tener un jet privado”, me dijo Julio Iglesias, que más que una voz es un carisma

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