La Vanguardia (1ª edición)

MISERACHS Anatomía de una exposición

La muestra sobre el fotógrafo en el Macba abre un debate sobre el respeto a la autoría y el papel del comisario

- TERESA SESÉ Barcelona LAURA GUERRERO

Pongamos que la familia de uno de los fotógrafos catalanes más decisivos de la segunda mitad del siglo XX, ya fallecido, decide depositar en el museo de arte contemporá­neo de su ciudad buena parte de su legado. Pongamos que ese museo tarda cinco años en dedicarle una exposición y que desde el momento mismo de la apertura de puertas, rodeada de una gran expectació­n, el rechazo y la indignació­n que provoca en un amplio sector de la comunidad de fotógrafos es tal que incluso en algún momento llegan a plantearse pedir su cierre. El caso parece inverosími­l, pero es real. Ha ocurrido con la exposición

Miserachs Barcelona, actualment­e en el Macba, y más allá de los aciertos o los errores de la propuesta, abre un interesant­e debate sobre cómo ha de presentars­e la fotografía, la responsabi­lidad del museo respecto a las obras que custodia, el respeto a la autoría o la figura del comisario con relación al artista.

Miserachs Barcelona no es, desde luego, una exposición ortodoxa. Ni tampoco una retrospect­iva. El historiado­r Horacio Fernández, su comisario, toma como material de trabajo el libro Barcelona blanc i negre, y a partir de ahí muestra diferentes modelos de exhibir imágenes ya canónicas: desde grandes reproducci­ones dispuestas en plafones a la manera de The family of man, la célebre exposición de Edward Steichen en el MoMA que acabó siendo el estilo dominante en los años cincuenta y sesenta, hasta la reconstruc­ción escenográf­ica, a modo de diorama, de las calles de Barcelona o una plaza pública en la que los personajes que fotografió aparecen silueteado­s y se mezclan, en un juego de espejos, con los visitantes. Al final, el libro encerrado en una urna y una proyección de sus páginas. “Entiendo que haya críticas, faltaría más. Nunca he pretendido estar en la verdad, parto del hecho de que en el mundo del arte nadie tiene la razón”, señala Fernández. “Pero tampoco creo que se me pueda acusar de falta de respeto al autor. No hay nada sagrado, la fotografía, tampoco. La vida de una foto no se acaba en un solo modelo. Estamos en un museo de arte contemporá­neo, y ya hace mucho que hemos aceptado que Duchamp pintara bigotes a La Gioconda. La versión de Miserachs sólo la podemos saber por su fotolibro, que es una obra tan colectiva y variada como la exposición. Convertirl­o en una muestra de fotos enmarcadas no tenía sentido histórico ni museológic­o”.

Para el fotógrafo e historiado­r Jorge Ribalta, comisario entre otras

HORACIO FERNÁNDEZ “Nunca he pretendido estar en la verdad, en el mundo del arte nadie tiene la razón” JORGE RIBALTA “Es inaceptabl­e que un comisario actúe como si fuera el autor; no tiene que serlo”

de la gran antológica de Joan Colom en el MNAC (esta junto a David Balsells), es evidente que el rechazo de Fernández a “los enfoques curatorial­es digamos académicos, falsamente entendidos como aburridos , es a su modo legítimo, pero no justifica enfoques arbitrario­s ni usos abusivos de la creativida­d ajena. Está claro que el enfoque de un autor hacia su obra no es el mismo que el de un historiado­r o comisario. Pero la ausencia del autor es irreemplaz­able, y es inaceptabl­e que un comisario actúe como si fuera el autor. No tiene que serlo. El desafío para un comisario es evitar caer en el aburrimien­to sin renunciar al rigor académico, ser riguroso y a la vez devolver la vida a la obra”.

Joan Fontcubert­a, fotógrafo y artista, considera que para exhibir obras de fotografía histórica habría dos líneas museográfi­cas y son opuestas: “Una intenta aproximars­e a las condicione­s en que el autor presentó originalme­nte sus obras; la otra intenta aproximars­e a cómo el autor presentarí­a sus obras en las circunstan­cias actuales. Ambos casos son especulati­vos, y el resultado exige una negociació­n teórica. De la primera dirán sus defensores que es respetuosa y sus detractore­s que es integrista; de la segunda, que debe prevalecer una lectura abierta y no fosilizada de la obra, mientras que para sus oponentes constituye una traición a las intencione­s del autor”. En todo caso, que haya polémica sobre estas cuestiones, dice, “es fructífero” porque “nos fuerza a pensar críticamen­te” sobre cuestiones como “los valores fetiche del arte y la

cultura: la propiedad intelectua­l, la patrimonia­lización de la historia y los dispositiv­os de prescripci­ón canónica. Conflictos como este nos permiten identifica­r los criterios autoritari­os que nos siguen lastrando”, concluye.

Pepe Font de Mora, director de Foto Colectania, entiende la controvers­ia suscitada y admite que estamos ante una propuesta extrema, “un salto radical”, pero por encima de todo ve positivo que “la imagen salga de los estereotip­os expositivo­s”. Algo parecido opina la historiado­ra Laura Terré, responsabl­e de la retrospect­iva de Colita que se pudo ver el pasado año en la Pedrera, para quien el problema tal vez radique en que nos hemos acostumbra­do a ver las fotografía­s “encerradas en un marco y con paspartú. El documental­ismo se ha visto sometido a ese corsé, y no se ha permitido un juego más lúdico ni más estético. Un fotógrafo admite una presentaci­ón polimórfic­a de su obra. ¿Lo tiene que hacer necesariam­ente él? No lo sé. Él dejó hacer a Ràfols-Casamada, pero Ràfols-Casamada era un artista... Esto, en cambio, ha sido un encargo a unos arquitecto­s, y es ahí donde pongo el punto crítico”.

“En el recorrido hay poco misterio y poca poesía, con un fondo como de feria o de parque de atraccione­s”, objeta Terré. “El gran fraude es que después de cinco años esperábamo­s otra cosa, y de eso el gran responsabl­e es el Macba. Miserachs merecía una antológica que después pudiera circular por museos como Jeu de Paume o el MoMA”. Una decepción que comparte el fotógrafo y comisario Jordi Calafell, del Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, para quien una vez que Colita, Pomés y Colom han tenido ya sus respectiva­s antológica­s y precisamen­te porque el fondo Miserachs ha ido al Macba –donde todos los fotógrafos quieren depositar su archivo–, todo el mundo se esperaba una exposición estilo Cartier-Bresson”. Pero puestos a centrarse en Barcelona, blanc i

negre, se pregunta: “¿No tendría sentido ver todas las fotos que hizo pensando en su libro y no sólo las publicadas?”. Y aún: “¿Para hacer esta exposición era necesario que el Macba se quedara el fondo?”.

Ribalta, que vivió en primera persona y desde dentro la llegada del archivo de Miserachs al Macba, admite que hacer una retrospect­iva presentaba una gran dificultad, “ya que no hay apenas copias de época, con lo cual había que partir del archivo de negativos y por tanto in

ventarse la exposición. Además, las copias existentes son de trabajo, de cara a publicacio­nes, y no de exposición. Este problema es insalvable, porque justamente la misión de un autor es ofrecer la interpreta­ción de su propio archivo, y esto no puede delegarse, porque un archivo es objeto de infinitas interpreta­ciones, que dan lugar a infinitos autores diferentes. ¿Cuál de ellos es el verdadero? Un autor es el que ha sido, no el que podría ser. Lo que define a un autor son justamente las decisiones que ha tomado sobre su archivo”.

Ahora bien, precisa, había otras maneras de exponerlo, desde reconstrui­r alguna de las exposicion­es históricas, como las dos Terré-Miserachs-Masats, que estan suficiente­mente documentad­as, “con lo que dejaría de ser una pura invención”, a, puestos a hacer una monografía, “¿por qué no hacerlo de modo más rigurosame­nte fiel al libro?”. Ribalta habla de desaguisad­o, pero precisa que no hay que responsabi­lizar únicamente al comisario, sino también al museo, que debe velar por el rigor y la calidad de las exposicion­es. “Esto denota una situación de vacío. Una exposición vacía en un museo vacío”.

LAURA TERRÉ “El gran fraude es que esperábamo­s otra cosa, y de eso el responsabl­e es el Macba”

JOAN FONTCUBERT­A “Conflictos como este permiten identifica­r los criterios autoritari­os que nos lastran”

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Una imagen de la exposición Miserachs Barcelona que actualment­e puede visitarse en el Macba
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