El precio de la espera
Adrià Puntí había ido dando señales en los dos últimos años de un regreso a la actividad editora que finalmente ha desembocado en el alumbramiento de no solo un álbum convencional, este La clau de girar el taller, trece años después de Maria, sino un hermoso libro que recoge poemas y dibujos (de atractivo y resolutivo trazo), Enclusa i un cop de mall, y otro disco que le acompaña. Este despliegue productivo ha corrido paralelo a una presencia sobre los escenarios que certifica el buen estado de forma que exhibe el polifacético e imprevisible artista de Salt.
A su pretensión inicial de que La clau... fuese un disco con música sin interrupciones, su fraccionamiento en trece composiciones muestra a un compositor e intér- prete al que se le notan sobremanera sus cambiantes estados de humor, ánimo e incluso inspiración. La gestación de este álbum ha sido prolongada y accidentada en el pasado y la solución adoptada finalmente, producida por el propio Puntí –con la presencia de Quimi Portet reducida a una colaboración instrumental en el tema que da nombre al volumen–, ha implicado un cierta falta de ligazón sonora. El mejor Puntí compositor en la madurez aparece aquí dibujando paisajes donde impera la nocturnidad y lo imposible pero donde mandan aquellos sueños y anhelos inalcanzables que han gravitado siempre en torno a su desbocada creatividad. Gran voz, mejor cuando no va de joven airado, espléndido compositor de melodías, entregado intérprete sin dobleces y bien compenetrado con sus músicos.