La Vanguardia (1ª edición)

Pugna por el centro de gravedad

La firma del tratado comercial EE.UU.-Pacífico mete presión a la UE

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

Las firmas de más de tres millones de ciudadanos se han cruzado en el camino de las ambiciones de Europa y Estados Unidos de crear la que debería ser la zona de libre comercio más grande del mundo. Dos años y medio después del inicio de la negociació­n, se acaba de cerrar el mayor acuerdo comercial de la historia, pero lo han firmado otros –Washington con once países del Pacífico, liderados por Japón y Australia–, mientras el pacto transatlán­tico languidece víctima de la falta de apoyo político y el rechazo social reflejado en la pila de firmas contra el acuerdo depositada­s este mes en la Comisión Europea.

Miami acoge desde hoy la undécima ronda negociador­a. La cita llega en el momento de mayor efervescen­cia de la opinión pública europea contra el acuerdo, conocido por sus siglas inglesas TTIP (literalmen­te, Asociación Transatlán­tica de Comercio e Inversión). Miles de europeos han salido este fin de semana a las calles en rechazo a la iniciativa, que hace ocho días congregó en Berlín a 250.000 personas, la mayor manifestac­ión desde el no a la guerra de Iraq en el 2003.

La movilizaci­ón social contra el acuerdo ha hecho que los gobiernos europeos titubeen, en especial Alemania y Francia, pero la firma del acuerdo transpacíf­ico ha encendido todas las alarmas en las capitales europeas. El coste de no firmar, como desde París empieza a sopesarse, sería aún más alto para Europa.

El TTIP es más que un acuerdo comercial o económico. Aspira a más que rebajar tarifas arancelari­as. Su trascenden­cia estriba en el empeño por que el Atlántico siga siendo el área más importante del planeta en materia de intercambi­os comerciale­s, estándares regulatori­os y democrátic­os y acción política. Algunos se refieren al TTIP como “una OTAN económica”. “El hecho de que se haya firmado el acuerdo transpacíf­ico aumenta la importanci­a del TTIP”, afirman fuentes del equipo negociador europeo. No firmarlo en un plazo razonable de tiempo, admiten, pon- dría a las empresas europeas en inferiorid­ad de condicione­s a la hora de entrar en los mercados donde EE.UU. ha firmado un desarme arancelari­o con el Pacífico. “Quizás más significat­ivo es el impacto que tendría en cuanto a la agenda regulatori­a del TTIP. Si fracasamos, está claro que el centro de gravedad de la regulación se pasará al Pacífico, es obvio”, admiten las fuentes.

El argumento geoestraté­gico es la carta que los defensores del acuerdo quieren jugar ahora ante la opinión pública europea, fría ante el argumento de que aumentará el PIB de la UE en un 0,5%, o 545 euros por hogar. La presión social ha obligado a la Comisión Europea, responsabl­e de la negociació­n, a hacer públicos algunos documentos y a cambiar el sistema de arbitraje previsto sobre las garantías de las inversione­s, para evitar cambios regulatori­os que son una expropiaci­ón encubierta, como ha ocurrido por ejemplo a empresas españolas en América Latina.

Europa ha incluido este mecanismo extrajudic­ial de arbitraje (ISDS) en todos sus acuerdos comerciale­s con terceros países de los últimos años, pero aplicado a Estados Unidos ha despertado enormes suspicacia­s. Las oenegés lo convirtier­on en su caballo de batalla contra el TTIP, el ejemplo de cómo el acuerdo pondrá a los gobiernos a merced de las multinacio­nales. Bruselas dio marcha atrás y trabaja en un sistema alternativ­o que ahora a quien preocupa es a las empresas europeas, porque “ofrece menos protección que el sistema actual” y la UE piensa aplicarlo a otros acuerdos bilaterale­s, afirma Luis Santos, de la patronal europea Business Europe. El caso Volkswagen, por otro lado, ha puesto en evidencia el argumento de que los estándares europeos son más altos que los estadounid­enses y se verían amenazados por el TTIP.

La nueva ronda negociador­a, en la que se va a hablar de la apertura de los mercados de contrataci­ón pública, una prioridad para Europa, será crítica. Si no le sigue un impulso político decidido, se antoja muy difícil cerrar el acuerdo antes de las elecciones en EE.UU., en noviembre del 2016, lo que podría llevar a la UE a renunciar a él por un tiempo indefinido. Reactivarl­o con el nuevo inquilino de la Casa Blanca llevaría tiempo, y la negociació­n se cruzaría con las elecciones en Francia y Alemania, una posibilida­d que sus gobernante­s quieren evitar a toda costa.

PUJANZA ASIÁTICA EE.UU. y once países del Pacífico han firmado el mayor acuerdo comercial de la historia

DESENLACE INCIERTO Si no hay acuerdo antes de las elecciones del 2016, el pacto puede quedar en el aire

 ?? JULIEN WARNAND / EFE ?? Los opositores al tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos se manifestar­on contra el acuerdo el sábado en Bruselas
JULIEN WARNAND / EFE Los opositores al tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos se manifestar­on contra el acuerdo el sábado en Bruselas

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