El general en su pedestal
Cuatro décadas después de la muerte de Perón, Buenos Aires le dedica al fin un monumento
Tres escalones llevan a Perón. El general está rodeado de flores y de una valla metálica. Por si acaso. Por algo Buenos Aires es la ciudad más antiperonista de Argentina, como queda patente elección tras elección. Y quizá también por eso han tenido que pasar cuatro décadas desde la muerte del fundador del justicialismo para que la capital del país le dedique por fin un monumento, inaugurado la semana pasada en un acto no apto para aquellos foráneos que aspiran a entender qué es el peronismo.
Los jardineros municipales seguían esta semana plantando flores alrededor de la estatua, situada en la plaza rebautizada Juan Domingo Perón, que hasta ahora llevaba el nombre de otro general que también fue presidente, Agustín Pedro Justo (1932-1938). Situada a pocos pasos de la Casa Rosada, la figura del hombre que a pesar de estar muerto sigue aún influyendo en la política argentina se dispone a ser testigo de las habituales manifestaciones y piquetes que discurren por el contiguo paseo Colón.
Perón levanta los brazos, abiertos. Su gesto más característico. Dejad que todo el mundo venga a mí. Comunistas, socialistas, liberales, conservadores... Militares, sindicalistas, obreros... Esa es la clave del éxito peronista. “Unidos triunfaremos”, se llama la escultura de bronce, obra de Carlos Benavídez, que pesa dos toneladas y media.
No es que Benavídez se haya devanado los sesos. Digamos que no es Subirachs. La efigie no puede ser más realista y encima ha provocado críticas porque la cara se parece poco a la del general. En el gran pedestal de tres metros y medio, dos trabajadores esculpidos a la soviética y dinámicos sostienen el escudo argentino.
El general mira hacia el paseo Colón, donde un sindicato ha instalado una pancarta: “17 de octubre. 1945-2015. 70 años de lealtad”. El sábado se conmemoraba el día de la Lealtad Peronista, aniversario de la jornada –mitificada después por el aparato de propaganda de Perón– que se considera fundacional del movimiento peronista. Aquel día de 1945 una movilización obrera logró la liberación del entonces coronel, detenido después de ser obligado a dimitir por la cúpula militar de sus cargos de vicepresidente y ministro de Guerra y de Trabajo, cartera desde la que había iniciado una revolución de concesiones laborales a los trabajadores.
Desde la muerte de Perón en 1974 se viene hablando de un gran monumento en Buenos Aires. El primer proyecto, impulsado por su viuda, la presidenta María Estela Martínez, se trataba de un gran mausoleo que debía reunir los cuerpos de Perón y Evita, junto a otros próceres argentinos. La dictadura de 1976 truncó el proyecto y ya durante la democracia el monumento no fue una prioridad.
Ni siquiera fue prioritario durante los doce años de kirchnerismo, que en cambio sí homenajeó majestuosamente a Evita. La presidenta Cristina Fernández inauguró los dos rostros gigantes –uno enfadado y otro alegre– de Eva Perón que cuelgan de la fachada del Ministerio de Obras Públicas. También el presidente peronista Carlos Menem rindió homenaje a Evita descubriendo en 1999 su monumento frente a la Biblioteca Nacional.
Paradójicamente, el monumento a Juan Domingo Perón ha sido impulsado e inaugurado por Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires y único de los principales candidatos presidenciales a las elecciones del 25 de octubre que se declara no peronista, frente al peronista oficialista y líder en las encuestas, Daniel Scioli. En la inauguración, por supuesto, no estuvo la presidenta ni ningún peronista, porque en el fondo se trató de una acto de campaña donde Macri trataba de poner huevos en todas las cestas. Y si el alcalde llegase a la presidencia, no tardaría en convertirse al peronismo.
Los tres escalones que conducen al pedestal del monumento simbolizan las tres presidencias de Perón: 1946-52, 1952-52 y 1973-74. “Perón, Perón, qué grande sos / mi general, cuanto valés Perón, Perón, gran conductor / sos el primer trabajador”.
La obra la impulsó el único candidato presidencial que no es peronista, para atraerse electorado