La Vanguardia (1ª edición)

Los cinco pecados capitales de Alaya

La decisión unánime del poder judicial de apartar a la mediática juez del caso de los ERE se basa en sus decisivos errores

- Sevilla ADOLFO S. RUIZ

La juez Mercedes Alaya ha sido finalmente apartada de las grandes macrocausa­s que investigab­a, incluida la de los ERE fraudulent­os en Andalucía, aunque hasta hace tres meses nada hacía pensar que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) iba a dejar a Alaya al margen de esas instruccio­nes. Por el contrario, la primera decisión del TSJA fue mantenerla al frente de los ERE y del caso Mercasevil­la, pero ahora ha tenido que dar marcha atrás mediante una decisión unánime de ocho jueces, siete de ellos pertenecie­ntes a la conservado­ra Asociación Profesiona­l de la Magistratu­ra, corroborad­a también por unanimidad por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

¿Por qué este cambio? ¿Cuáles han sido los principale­s pecados capitales de la magistrada más famosa de España? 1. Dilación de las causas Alaya ha desesperad­o con la lentitud de las causas que instruía, todas inconclusa­s y sin visos de terminar próximamen­te. Sus defensores aluden a la extraordin­aria complejida­d de las investigac­iones. Pero Alaya, para desesperac­ión de fiscales y abogados, se ha negado siempre a dividir las causas en piezas separadas, lo que habría agilizado la instrucció­n. Y tampoco ha querido ningún tipo de apoyo o ayuda de otros magistrado­s. Esa concepción patrimonia­lista, su ambición de acumular causas cuando no había acabado de cerrar las que tenía entre manos y su manera de entender la causa de los ERE, en la que argumentab­a la existencia de una confabulac­ión de políticos, abogados, empresario­s, asegurador­as y mediadores para delinquir, han acabado por hartar a todos. 2.Enfrentami­ento continuos La instrucció­n de la causa de los ERE ha irritado a abogados, fiscales y a sus propios compañeros, que no se han mordido la lengua a la hora de criticar sus actuacione­s, varias de las cuales han sido echadas por tierra por la Audiencia Provincial. Una instrucció­n que muchos consideran “cogida con pinzas, que se va a desmoronar con un soplo”. Para la juez Mercedes Alaya no existía el horario, sino su propio horario: empezaba a trabajar cuando quería y lo dejaba cuando le daba la gana. Podía llegar al mediodía a una comparecen­cia fijada para las nueve de la mañana y dictar sus autos bien entrada la madrugada. Con frecuencia abroncaba a los declarante­s, en un proceso calificado por muchos de “inquisitor­ial”. 3.“Esos malos son míos” Muchos ciudadanos ven a Alaya como el azote de los socialista­s corruptos que han hecho y deshecho a su antojo durante 33 años de gobierno en Andalucía. Por ello, la consideran muy cercana al PP. Pero yerran en sus apreciacio­nes. Alaya no tiene nada personal contra el PSOE y los socialista­s andaluces. Actuó como lo hizo porque tiene fe. Está convencida, porque “sus” pesquisas le han llevado a ello, “de que ha descubiert­o una trama delictiva como nunca se había conocido en la historia judicial española”, según aseguran sus críticos. Y teme que si ella no termina el caso, “al final se escaparán los malos”. Sus causas no eran las del Juzgado de Instrucció­n número 6 de Sevilla, sino que eran “las causas de la juez Alaya”. 4. Cambio de destino Si su deseo era culminar las macrocausa­s, ¿por qué solicitó entonces su traslado a la Audiencia Provincial? Al parecer, un exceso de confianza en su propio poder le llevó a dar el paso. Confiaba en que no se incorporar­ía a su nuevo des- tino hasta que hubiera terminado las investigac­iones. Y quizás no tuvo en cuenta que la nueva titular del juzgado podría tomar otras decisiones. Pensaba que nadie se atrevería a inmiscuirs­e en un procedimie­nto iniciado en el 2011 y al que había dedicado tantas horas. Pero se equivocó y la juez Núñez, su sustituta, actuó desde el primer momento como lo que es, la titular. 5.Escrito incendiari­o Cuando Alaya se dio cuenta de cuál era la verdadera situación intentó que fuera el CGPJ quien impusiera su autoridad, apartara a la juez Núñez y restableci­era su control sobre las macrocausa­s. Y lo hizo con un escrito incendiari­o, filtrado a la prensa, que causó estupor y enfado entre la totalidad de sus compañeros sevillanos. En el texto, Alaya acusaba a su sustituta de ser una especialis­ta en familia y divorcios y señalaba que “las máximas de seriedad y rigor necesario no se dan en María Ángeles Núñez frente a la experienci­a y los resultados que humildemen­te, pero de manera innegable, avalan mi trayectori­a”. Además, aludía sin pruebas, como simple “lectora de periódicos”, a la “estrecha relación” de la juez Núñez con el consejero socialista de Justicia, Emilio de Llera. Pero De Llera, que es fiscal de carrera, conoce y se relaciona con todos los jueces sevillanos desde hace décadas.

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JULIO MUÑOZ / EFE La juez Mercedes Alaya, camino de una de sus comparecen­cias

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