Los cinco pecados capitales de Alaya
La decisión unánime del poder judicial de apartar a la mediática juez del caso de los ERE se basa en sus decisivos errores
La juez Mercedes Alaya ha sido finalmente apartada de las grandes macrocausas que investigaba, incluida la de los ERE fraudulentos en Andalucía, aunque hasta hace tres meses nada hacía pensar que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) iba a dejar a Alaya al margen de esas instrucciones. Por el contrario, la primera decisión del TSJA fue mantenerla al frente de los ERE y del caso Mercasevilla, pero ahora ha tenido que dar marcha atrás mediante una decisión unánime de ocho jueces, siete de ellos pertenecientes a la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura, corroborada también por unanimidad por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
¿Por qué este cambio? ¿Cuáles han sido los principales pecados capitales de la magistrada más famosa de España? 1. Dilación de las causas Alaya ha desesperado con la lentitud de las causas que instruía, todas inconclusas y sin visos de terminar próximamente. Sus defensores aluden a la extraordinaria complejidad de las investigaciones. Pero Alaya, para desesperación de fiscales y abogados, se ha negado siempre a dividir las causas en piezas separadas, lo que habría agilizado la instrucción. Y tampoco ha querido ningún tipo de apoyo o ayuda de otros magistrados. Esa concepción patrimonialista, su ambición de acumular causas cuando no había acabado de cerrar las que tenía entre manos y su manera de entender la causa de los ERE, en la que argumentaba la existencia de una confabulación de políticos, abogados, empresarios, aseguradoras y mediadores para delinquir, han acabado por hartar a todos. 2.Enfrentamiento continuos La instrucción de la causa de los ERE ha irritado a abogados, fiscales y a sus propios compañeros, que no se han mordido la lengua a la hora de criticar sus actuaciones, varias de las cuales han sido echadas por tierra por la Audiencia Provincial. Una instrucción que muchos consideran “cogida con pinzas, que se va a desmoronar con un soplo”. Para la juez Mercedes Alaya no existía el horario, sino su propio horario: empezaba a trabajar cuando quería y lo dejaba cuando le daba la gana. Podía llegar al mediodía a una comparecencia fijada para las nueve de la mañana y dictar sus autos bien entrada la madrugada. Con frecuencia abroncaba a los declarantes, en un proceso calificado por muchos de “inquisitorial”. 3.“Esos malos son míos” Muchos ciudadanos ven a Alaya como el azote de los socialistas corruptos que han hecho y deshecho a su antojo durante 33 años de gobierno en Andalucía. Por ello, la consideran muy cercana al PP. Pero yerran en sus apreciaciones. Alaya no tiene nada personal contra el PSOE y los socialistas andaluces. Actuó como lo hizo porque tiene fe. Está convencida, porque “sus” pesquisas le han llevado a ello, “de que ha descubierto una trama delictiva como nunca se había conocido en la historia judicial española”, según aseguran sus críticos. Y teme que si ella no termina el caso, “al final se escaparán los malos”. Sus causas no eran las del Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla, sino que eran “las causas de la juez Alaya”. 4. Cambio de destino Si su deseo era culminar las macrocausas, ¿por qué solicitó entonces su traslado a la Audiencia Provincial? Al parecer, un exceso de confianza en su propio poder le llevó a dar el paso. Confiaba en que no se incorporaría a su nuevo des- tino hasta que hubiera terminado las investigaciones. Y quizás no tuvo en cuenta que la nueva titular del juzgado podría tomar otras decisiones. Pensaba que nadie se atrevería a inmiscuirse en un procedimiento iniciado en el 2011 y al que había dedicado tantas horas. Pero se equivocó y la juez Núñez, su sustituta, actuó desde el primer momento como lo que es, la titular. 5.Escrito incendiario Cuando Alaya se dio cuenta de cuál era la verdadera situación intentó que fuera el CGPJ quien impusiera su autoridad, apartara a la juez Núñez y restableciera su control sobre las macrocausas. Y lo hizo con un escrito incendiario, filtrado a la prensa, que causó estupor y enfado entre la totalidad de sus compañeros sevillanos. En el texto, Alaya acusaba a su sustituta de ser una especialista en familia y divorcios y señalaba que “las máximas de seriedad y rigor necesario no se dan en María Ángeles Núñez frente a la experiencia y los resultados que humildemente, pero de manera innegable, avalan mi trayectoria”. Además, aludía sin pruebas, como simple “lectora de periódicos”, a la “estrecha relación” de la juez Núñez con el consejero socialista de Justicia, Emilio de Llera. Pero De Llera, que es fiscal de carrera, conoce y se relaciona con todos los jueces sevillanos desde hace décadas.