La Vanguardia (1ª edición)

Tarde de toros sin estudios de FP

- Joaquín Luna

Los animalista­s creen en el hombre nuevo y siempre tienen razón en todo, salvo cuando dicen que los taurinos torturamos a los animales para divertirno­s. ¡Se nota que no han pisado una plaza! ¡Torturamos por amor al aburrimien­to o para discutir!

También se confunde el Ministerio de Educación cuando propone regular la formación de “banderille­ros”, como resumió la consellera Rigau, moralista que conoce la fiesta porque desfiló de novillera la semana pasada con su cuadrilla entre los oles de las peñas.

¡A quien hay que formar en las aulas es al público que asiste a los toros!

Mientras Catalunya festejaba la semana judicial y patriótica con paseíllos, suertes de varas, salidas a hombros y la aclamación del triunfador de la feria, Zaragoza cerraba la temporada con broncas y bostezos.

Jueves y viernes: asesinato de doce toros (y por poco del murciano Rafaelillo). La gente se aburrió mucho porque las reses o no embestían o embestían de mala fe y, entre gin-tonic y gintonic, un sabio sentenció:

–¡Cuando hay toros no hay toreros!

El día en que don Francisco, abroncado por los tendidos de Zaragoza, sea ministro de Educación de España...

El sábado, en cambio, el público fue con otro ánimo al coso de la Misericord­ia, ese atributo de Dios por virtud del cual perdona a sus criaturas. ¡Y qué criaturas, Señor! El público llenaba la plaza para el mano a mano Talavante-López Simón, y menos mal que cuando empezamos a disfrutar alguien se dijo:

–¡Para qué divertirno­s si podemos discutir!

Y ese alguien era el señor presidente, don Francisco Bentue Ferrer, quien por el forro de la entrepiern­a le negó la segunda oreja del toro Colchonero a Talavante, seguidor del Real Madrid para más datos y coñas.

Yo le supongo estudios de FP para arriba a don Francisco, no así al público, ansioso por arrojarle al caudal del Ebro mientras jaleaba la insurrecci­ón de Talavante, que dejó plantado al señor aguacil con una oreja en la mano en mitad del ruedo. –¡Fuera, fuera, fuera! Todo el mundo se mostraba felizmente enfadado con el presidente y venga a pedir a Talavante que siguiera dando vueltas al ruedo para tocarle los cojones a don Francisco, que tragó quina por su mala cabeza.

Cuando amainó la bronca, un señor muy corpulento y zaragozano pretendía volver a su localidad en plena lidia y fue frenado por un acomodador. En plena escalada verbal, pasó a su aire un vendedor de almendras tostadas. –¿Y a este por qué le dejas pasar? -¡Porque está trabajando! Casi se zurran al grito del tendido de que “se besen”. Mientras, Talavante se fue al hotel Palafox, López Simón desfiló con porvenir por delante y el público inmóvil, alargando la bronca al presidente, preceptiva­mente de pie.

¡El día en que don Francisco Bentue Ferrer llegue a ministro de Educación del Reino de España se van a enterar con las titulacion­es! ¡Todos a clase!

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