La dieta empeora
Los jóvenes se alejan del menú mediterráneo, consumen muchos alimentos de origen animal y poca fruta y verdura
Los índices de adherencia al patrón alimentario de la dieta mediterránea son cada vez más bajos en España, siendo los segmentos de población más jóvenes los que más se alejan de estos hábitos alimentarios. Así se puso de manifiesto en unas recientes jornadas sobre evaluación nutricional y de estilos de vida de poblaciones organizadas por la Fundación Iberoamericana de Nutrición (Finut) y la Sociedad Argentina de Nutrición previas al XXI Congreso Internacional de Nutrición que se celebrará en el 2017 en Argentina.
“La dieta española cada vez se acerca más a una dieta occidental globalizada que se caracteriza por un alto consumo de alimentos de origen animal y una escasa ingesta de frutas y verduras, sobre todo entre los adultos jóvenes”, explica Emilio Martínez de Victoria, catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada que intervino en estas jornadas.
Según este experto, las últimas encuestas nutricionales y los estudios científicos sobre ingesta dietética y balance energético ponen de manifiesto que los hábitos alimentarios se han modificado y el seguimiento de la dieta mediterránea es más bajo en los jóvenes y aumenta conforme lo
Se comen muchos más alimentos de origen animal y procesados que hace veinte años La alimentación de muchos universitarios es deficitaria en hidratos y fibra y excesiva en grasas
hace la edad de los encuestados. “Hay grandes diferencias entre la dieta de la gente joven y los mayores de 50 años; los que más se apartan del patrón mediterráneo son quienes están en la franja de 18 a 25 años, que comen muchos alimentos de origen animal y procesados, y mucha menos legumbre, fruta, verdura y pescado que lo que se consumía hace veinte años”, dice Martínez de Victoria.
El estudio científico Anibes ( Antropometría, ingesta y balance energético en España) muestra que adolescentes y jóvenes también consumen muchos más precocinados, refrescos, lácteos, cereales y pasta que la generación de sus abuelos, lo que se traduce en la ingesta de muchos más aditivos y conservantes, entre ellos muchos fosfatos. Por el contrario, consumen la mitad de aceite de oliva, hortalizas, pescados o frutas.
A este respecto, estudios hechos en diferentes universidades españolas sobre la dieta de sus alumnos concluyen que su alimentación es deficitaria en hidratos de carbono y fibra, excesiva en grasa, colesterol y ácidos grasos saturados, y presenta desequilibrios en la ingesta de algunas vitaminas y minerales. En el caso concreto del realizado por la Universidad de Vigo con estudiantes del campus de Ourense, se concluía que sólo un tercio de los jóvenes que participaron en el estudio seguía una dieta considerada mediterránea, porcentaje ligeramente superior al de los universitarios navarros, donde un análisis similar concluyó que el 71,6% de los estudiantes necesitaba mejorar su patrón alimentario porque tenía una adherencia media-baja a la dieta mediterránea.
Y la investigación dirigida por Guillermo Doménech desde la Universidad de Murcia sobre los hábitos alimenticios de los adolescentes de este municipio apuntaba que tres de cada diez van más de una vez a la semana a hamburgueserías o restaurantes de comida rápida e ingieren altas dosis de grasas saturadas; que dos de cada diez consumen bolle- ría y dulces industriales para desayunar cada día (en el caso de las chicas, el 30%) y que seis de cada diez toman una o ninguna fruta a lo largo del día y una sola ración de verdura. Otros rasgos observados en su dieta es una deficiente ingesta de pasta y de arroz, un escaso consumo de pan, y la falta del hábito del desayuno, pues uno de cada cuatro encuestados aseguraba que va al instituto en ayunas, sin tomar nada en casa.
Claro que este no es un problema sólo de los jóvenes. El último Observatorio Nestlé de hábitos nutricionales y estilo de vida de las familias apuntaba que sólo un 10% de los encuestados realiza un desayuno considerado completo de acuerdo con los patrones de una dieta equilibrada, es decir, que incluya un lácteo, pan o algún tipo de cereal integral y una fruta. De hecho, un 40% declaraba que no come fruta a diario y el 58% tampoco verduras u hortalizas.