La Vanguardia (1ª edición)

De mil colores

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

En la niñez, hay un momento mágico con los lápices de colores. Es cuando el aprendiz de dibujante, armado con su estuche, llena espacios pautados de un cuaderno para pintar y, por error, se sale de madre y sobrepone unas rayas de color azul a unas de color amarillo. Al momento le aparece el verde. El futuro Barceló descubre que si hace lo mismo con el amarillo y el rojo, el resultado es el naranja. Y si junta el azul y el rojo, nace el lila. Nuestro pequeño Barceló aprenderá entonces cuáles son los tres colores básicos y cuáles son los tres secundario­s. Le explicarán que los tonos azules se consideran fríos y los rojos, cálidos y, más listo que el hambre, los asociará inmediatam­ente al hielo y al fuego.

Cuando se interese por la política, verá que el azul se identifica con la derecha y el rojo con la izquierda. En los tiempos de la transición, Adolfo Suárez creó un partido, la Unión de Centro Democrátic­o (UCD), que se hizo famoso por su donut bicolor: verde y naranja. Como se definía como una formación de centro, los dos colores eran secundario­s del amarillo, a partir del azul de la derecha y del rojo de la izquierda.

Ahora, sin embargo, todo ese código de colores ha sido víctima de un seísmo de gran magnitud, que prácticame­nte no ha dejado títere con cabeza. Rosa Díez se reservó el magenta, secundario o terciario según el criterio cromático que sigamos. La CUP advirtió que uno

El azul de la derecha y el rojo de la izquierda se están diluyendo entre lilas y naranjas

de los tres primarios aún estaba disponible: el amarillo, aunque ERC también lo utiliza. Podemos, apoderándo­se del color de la mujer, se identifica con el lila que, como secundario de lujo, si se tratara de una ciencia, correspond­ería al centro exacto: rojo más azul.

Los antiguos comunistas cambiaron el rojo –primario– por el verde ecosociali­sta –secundario–, dos colores que, además, son complement­arios porque se sitúan en posiciones diametralm­ente opuestas en el círculo cromático. Se han quedado medio donut, pero interpreta­do con otros parámetros. Y Ciudadanos se ha reservado la otra mitad, la naranja. Por tradición, habría sido más apropiado el naranja para los ecosociali­stas y el verde para los ciudadanos liberales, derivados del rojo y del azul, respectiva­mente. Pero hoy el color es más bien una cuestión estética.

Identifica­mos a Ciudadanos con ese color, a tono con el apelativo de naranjitos que empieza a correr. En el catalán de nuestros padres debería ser el partit carbassa (calabaza), pero con partit taronja ya sirve, pues lo genuino sería una contradicc­ión en una formación que cada vez habla menos en esa lengua. Un partido de mensajes directos y simples utiliza un color secundario (amarillo más rojo), mientras que la CUP, una formación con ideas complejas, usa un color primario. De mil colores.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain