‘Molt soroll’ de calidad
Autor: William Shakespeare Directores: Àngel Llàcer y Manu Guix (director musical) Lugar y fecha: Teatre Nacional de Catalunya (15/X/2015)
Por las generosas rendijas del musical Mols soroll per no res estrenado en el Nacional, se escucha, efectivamente, la palabra de Shakespeare, modulada por la adaptación a un género distinto (claro está) del original, y con alteraciones episódicas y coletillas del propio Àngel Llàcer, director de la fiesta. Imagen del hombre permanentemente feliz, y con ganas de contagiar a todo el mundo su estado de ánimo, Llàcer actúa en escena haciendo, al mismo tiempo, de director de la película que se supone que se está rodando. El personaje de Leonato, el padre de Hero –chica que está en el centro de uno de los dos enredos sentimentales de la historia–, aquí es Leonata, la madre, mutación que desde su tumba el autor aprueba con una sonrisa de complacencia, porque permite el lucimiento de Victoria Pagès, una señora actriz en lo alto de los muchos ejemplos de versatilidad en esta la representación.
Creo que el espectáculo tiene el éxito garantizado. Se desarrolla con un ritmo excelente y gracias a la escenografía de Sebastià Brosa, al vestuario espléndido de Míriam Compte y a las coreografías de Aixa Guerra, los números musicales llenan con suficiente magnificencia el amplio escenario de la Sala Gran del TNC.
El montaje cuenta con una veintena de intérpretes y diez músicos en directo bajo la dirección de Manu Guix, al piano, como siempre. Por otra parte, la materia sonora de la producción no puede ser de una calidad más incuestionable y agradecida: once melodías de Cole Porter, dos de Irving Ber- lin y la famosa Good morning de Herb Brown. A los directores Llàcer y Guix los encontramos enganchados cordialmente a Night and day, tanto para repetirla como para usarla a modo de sintonía o cuña en las bisagras del relato, reiteraciones que los espectadores más provectos agradecen especialmente, porque les parece revivir –sólo lo parece– las sensaciones que se notaban en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.
Para conservar la autoría de William Shakespeare y el título de la comedia, Molt soroll per no res tenía que someterse a la cuidadosa dramaturgia de Marc Artigau y del mismo director. El doble ejemplo de comportamiento amoroso, para negarlo con menosprecio engañoso o aceptarlo apasionadamente, se sigue escrupulosamente a lo largo de la comedia, con las actuaciones, respectivamente, de David Verdaguer (Benedicte) y Bea Segura (Beatrice) –formidables, apasionadas, vitalistas– y de Marc Pociello (Claudio) y Aida Oset (Hero), de una delicada ternura.
Así, a pesar de su ligereza y aparente frivolidad, la obra será bien útil para hacer las lecciones shakespearianas que haga falta.
Hay actrices, como Lloll Bertran, y algún actor, como David Verdaguer, que no pueden sorprender en su perfecta adaptación al género musical. Sin embargo Molt soroll..., como he insinuado, es un triunfo destacable de la enorme versatilidad que se esconde en muchos intérpretes “de verso”, como se suele decir.
Hay que aplaudir también la absoluta integración en las coreografías, entre muchos y muchas otras, de Bea Segura, de Òscar Muñoz o de un Albert Triola que, fuera de los números musicales, al director hace la admirable caricatura del malo, malísimo Don Juan.