El frío atrapa a los refugiados.
Miles de personas buscan en los Balcanes una ruta para entrar en Austria.
Una riada humana: “Es como un gran río de gente. Si paras la corriente, vas a tener inundaciones en algún sitio. Eso es lo que está ocurriendo ahora mismo”, explica la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Es Hungría quien ha puesto la presa en su frontera con Croacia, como hace un mes hizo con Serbia... Y las inundaciones –miles de personas de todas las edades, durmiendo al raso en el frío, en campos de cultivo, sobre el barro, a la intemperie o esperando en autobuses a que se abra alguna compuerta– se suceden en Serbia, Macedonia, Croacia y Eslovenia.
Miles de refugiados permanecen atrapados desde este fin de semana en varios países de los Balcanes, tratando de continuar su ruta hacia Austria, primero, y Alemania, después, para pedir asilo. El cierre de la frontera de Hungría con Croacia ha tenido un efecto dominó y está creando aglomeraciones de personas en lugares sin techo ni abrigo.
Ya que no pueden pasar a Austria por Hungría, los refugiados empezaron el sábado a a dar un rodeo a través de Eslovenia. El pequeño país transalpino dice que no tiene capacidad para atender a todos y ha empezado a poner límites a la cantidad de personas a las que deja pasar cada día. En lugar de las 5.000 que le pide Croacia, según el Ministerio del Interior esloveno, está permitiendo entrar a 2.500. El motivo, el supuesto tope de 1.500 refugiados al día que, a su vez, Austria ha impuesto. Esta situación ha provocado escenas de tensión en la frontera entre Croacia y Eslovenia.
La riada humana de la que habla la ONU no cesa, a pesar del empeoramiento de las condiciones meteorológicas o precisamente por eso, para intentar entrar en la UE antes de que llegue el invierno. En el plazo de 24 horas, unas 10.000 personas llegaron el domingo a Macedonia desde Grecia. Hay ya unas 10.000 personas bloqueadas en Serbia tratando de dar el salto al territorio comunitario, según Acnur. Se concentran en las proximidades de la localidad de Sid, en el noroeste del país, en los senderos de la llamada “frontera verde” entre Serbia y Croacia y entre ellos hay mujeres, ancianos y niños. Su objetivo, llegar a Alemania o Suecia. La frontera, ha explicado la agencia de la ONU, está en medio de campos y no hay luz ni medios para cobijar a los refugiados de la lluvia que cayó la pasada noche.
La ruta balcánica, más segura que la vía mediterránea, tiene su origen en Grecia. Continúa por Macedonia, Serbia y, ahora, Croacia y Eslovenia, en lugar de cruzar Hungría. La normativa europea estipula que el país de la Unión al que llegan en primer lugar –Grecia, en este caso– tiene la obligación de tomarles las huellas y registrar sus peticiones de asilo. Todos hacen la vista gorda. Atenas, que lleva años afrontando sola el flujo de inmigrantes (la UE sólo ha reaccionado al fenómeno del asilo) está desbordada y los puntos de registro europeos ( hot spots) también. Los migrantes suelen continuar su periplo hacia la rica Europa sin problemas por Grecia, como critica Hungría, el segundo país de la UE al que lle- gan. El Gobierno de Viktor Orban se niega a hacerse cargo de ellos, ignorando sus obligaciones con el asilo, y ha comenzado a levantar vallas. Su política, salvo por los efectos en los países vecinos y sus ramalazos xenófobos (Budapest cree que los extranjeros amenazan los “valores cristianos” de Europa), cada vez suscita menos críticas en Europa.
La estrategia europea de reforzar el control de las llegadas en Grecia e Italia sólo puede dar frutos a medio plazo, no servirá para afrontar el actual flujo de desplazados. El objetivo es que quienes lleguen se queden allí –en las costas de Italia o Grecia– para procesar in situ sus peticiones y ser cuanto antes trans- feridos al estado de acogida que les dé la UE (hay plazas para 160.000 personas en dos años) o ser devueltos a su país si se considera que no tienen derecho a recibir protección internacional como refugiados. Algunos dirigentes europeos dudan en privado de que el plan pueda funcionar.
Mientras las posibilidades de que una petición de asilo sea aceptada o rechazada varíen tanto como ahora entre los distintos países de la UE, o la protección que ofrecen a los asilados no se iguale, ¿cómo impedir que traten de saltarse los controles, sean en forma de reglas o muros, para llegar por sus propios medios a Alemania o Suecia, los países más generosos?
La ‘ruta balcánica’ ahora da un rodeo por Eslovenia, que ha limitado la cifra diaria de personas que pasan