La guerra de los lagos
¿Tiene sentido que los dos ballets clásicos que recalan en Barcelona este año programen el ‘Lago’? El Nacional de Cuba tiene la respuesta
El Ballet Nacional de Cuba trae desde mañana y hasta el próximo domingo El lago de los cisnes a Barcelona, por segunda vez este año, después que el English National ofreciera su versión el pasado mes de septiembre en el Liceu.
Para los públicos, El lago de los cisnes es un espectáculo fascinante, porque la música, el estilo y el virtuosismo técnico se conjugan en este histórico gran clásico de la danza de todos los tiempos. Y para los artistas resulta una obra inagotable. Siempre estamos buscando detalles y revisando este ballet, tratando de perfeccionarlo dentro del estilo y la época. Le diría que es un reto permanente. Además, una de las virtudes del clasicismo es su posibilidad de revelar nuevas personalidades como intérpretes. También por eso, siempre hay que volver a verlo para, además de disfrutar los logros de siempre, descubrir los nuevos valores”.
Quien así habla es Alicia Alonso, la mítica bailarina que a sus 95 años sigue ejerciendo de directora del Ballet Nacional de Cuba y de consejera de sus artistas . De gira por España, el suyo será el segundo Lago de la rentrée barcelonesa. Se verá desde mañana hasta el domingo en el Tívoli. Pero ¿qué aporta el Ballet de Cuba respecto a la versión del English National que se vio en septiembre en el Liceu?
“Pues nuestra versión, totalmente distinta en algunos sentidos. Siempre es bueno poder comparar y apreciar la esencia de la escuela cubana”, comenta Viegsay Valdés, primera bailarina a la que se verá en el difícil doble papel de Odile/Odette (los días 23 y 25). “A un Lago se le saca siempre mucho partido, es uno de mis papeles preferidos –advierte– porque es un reto. Técnicamente tienes por delante buscar múltiples pirouettes en los 32 fuetés, hallar equilibrios sostenidos en los adagios, ejecutar el control de puntas... nuestra escuela se caracteriza también por ese control en las puntas, el dominio del eje perpendicular al suelo”. Y añade aún: “El Lago es el clásico más universal y cada vez que vayas a verlo lo importante es que logre transmitirte la historia, que te transporte. Y eso se consigue con una buena ejecución, una limpieza, una honestidad en el baile, pues tanto da si viene con más o con menos producción: un Lago, al final, garantiza el espectáculo por su mera calidad”.
Cuenta Viegsay –cuyo nombre sig- nifica Victoria en el idioma laosiano (nació en La Habana pero sus padres fueron los primeros embajadores en Laos)– que cuando tiene la oportunidad de bailar con artistas de fuera, ya sea con el Mariinsky o invitada por el ballet de Washington o el de Japón, nunca deja de mostrar su propia escuela cubana. “Lo que sí he tratado es de enriquecerme con la experiencia, como cuando bailé con Iván Vasiliev en Nueva York, por ejemplo, haciéndolo además con sus versiones rusas. Yo mantengo esa forma extrovertida cubana, esa musicalidad y cierta sensualidad en el baile, pues aunque sea clásico siempre lleva consigo una dulzura y una parte femenina. ¡Qué mejor que ahora en Barcelona, arropada por mi compañía para mostrar ese potencial técnico y artístico de los cubanos!”, reflexiona.
Y es que Cuba, como dice Valdés, está de moda. “Están sucediendo cosas que nos dan aliento, tenía que pasar tarde o temprano. Las relaciones renovada con Estados Unidos nos ayudan sobre todo artísticamente”. ¿Y qué opina Alicia, cómo vive ese momento histórico? “Con tranquilidad, atención y optimismo, pero sin apresurarme a hacer conclusiones definitivas. Me parece algo positivo, aunque queda mucho camino por andar, pues el bloqueo se mantiene virtualmente intacto”, señala la diva.
“Para los artistas es una obra inagotable; siempre estamos buscando detalles y revisando este ballet”, dice Alicia Alonso