La Vanguardia (1ª edición)

Los temas del día

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La llegada del invierno a los territorio­s de paso de los fugitivos sirios mientras los movimiento­s xenófobos ganan fuerza, y las cifras de afectación del cáncer de mama.

LA percepción de la crisis de los refugiados está cambiando por horas en Europa, tanto como el fondo climatológ­ico. Ha llegado el frío, la lluvia y esos colores grises que transmiten una realidad: pasadas las primeras muestras de solidarida­d, los populismos empiezan a sacar partido de los temores y la impacienci­a de sectores de la población . Y quien más sufre este malhumor es la canciller Angela Merkel, obligada a ejercer el liderazgo europeo por imperativo­s de la realidad: la mayoría de los inmigrante­s llegados al continente quieren ganar territorio alemán, en una estimación oficial de entre 800.000 y 1.000.000 peticionar­ios de asilo este 2015.

La canciller Angela Merkel ha aceptado el desafío y mantiene en pie su voluntad de acoger esta marea humana que ha puesto patas arriba algunos de los principios legales de la Unión Europea (como el compromiso de que las demandas de asilo se tramiten en el primer Estado europeo de llegada). Esta generosida­d ha elevado el prestigio internacio­nal de Alemania, pero está provocando los primeros síntomas de contestaci­ón interna. El movimiento xenófobo de Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamizaci­ón de Occidente) se manifestó ayer por las calles de Dresde, su feudo, coincidien­do con el primer aniversari­o de su fundación, con una fuerza que parecía apagada. Tras meses de manifestac­iones menores que rozaban la insignific­ancia, Pegida exhibió ayer músculo: 20.000 personas, según los medios locales (su cota está en 25.000 manifestan­tes). El miedo al extranjero les da oxígeno. Y un perfil humano más radical, si se compara con los manifestan­tes de hace un año.

“Siembran el odio que después genera violencia”, ad- virtió ayer el ministro de Justicia alemán al hablar de esta resurrecci­ón de Pegida. Aunque el suceso está en fase de investigac­ión, las palabras del ministro llegan 48 horas después del acuchillam­iento de la nueva alcaldesa de Colonia, Henriette Reker, un símbolo municipal de la política de acogimient­o.

El Gobierno de Angela Merkel reitera que el país tiene capacidad de acoger estos centenares de miles de refugiados pero, al mismo tiempo, ha lanzado una ofensiva diplomátic­a con visos de urgencia. Merkel visitó Turquía el domingo con una propuesta bumerán –ayuda económica y apoyo a la estancada petición de adhesión turca a la UE–, que sectores de la opinión pública alemana pueden percibir como una debilidad propicia a alimentar chantajes. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, Frank Walter Steinmeier, visita esta semana los estados del Golfo para reclamarle­s que acojan a refugiados de su región. La respuesta de Arabia Saudí, primera parada, no invita al optimismo...

De momento, pese al flash de Pegida, la población alemana respalda a su canciller en la política de acogida, toda una cuestión de principios llamada a incrementa­r la influencia internacio­nal de Alemania, siempre por debajo de su fuerza económica. En países de la región, sin embargo, el discurso del miedo ya está dando réditos, como en Suiza, donde uno de cada tres votantes optó el domingo por la ultraconse­rvadora Unión Democrátic­a de Centro (UDC), la formación ganadora de las elecciones federales.

La llegada del frío agrava la estampa de refugiados deambuland­o por Europa en su ruta hacia Alemania. Están desapareci­endo las facilidade­s –cuando las hubo–, pero miles de inmigrante­s siguen ahí.

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