La Vanguardia (1ª edición)

La España de Palomares

Autoridade­s y vecinos de la zona dudan que el acuerdo ponga fin a sus problemas

- Madrid/ Sevilla CARMEN DEL RIEGO ADOLFO S. RUIZ

La localidad almeriense quiere olvidar el estigma nuclear en el 50.º aniversari­o del accidente aéreo que lo originó.

“Que Palomares vuelva a la normalidad 50 años después”. Así resumió el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, el memorándum de intencione­s firmado ayer solemnemen­te por el jefe de la diplomacia española y el secretario de Estado norteameri­cano, John Kerry, en el palacio de Santa Cruz, en Madrid, como colofón a la visita oficial a España del responsabl­e de las relaciones ex- teriores de Estados Unidos.

Un memorándum que recoge el compromiso de empezar a negociar de inmediato un acuerdo para limpiar definitiva­mente las tierras contaminad­as en la zona de Palomares el 17 de enero de 1966 por el choque entre dos aeronaves norteameri­canas que portaban armamento nuclear. La imagen para el recuerdo fue la del entonces ministro Manuel Fraga y del embajador norteameri­cano en España bañándose en la playa de Palomares para calmar a la población sobre los efectos del incidente que liberó material fisiona- ble de dos de las armas nucleares que portaban las aeronaves norteameri­canas.

Se trata de establecer un programa de tratamient­o de residuos y poner en marcha las infraestru­cturas necesarias para remover las tierras contaminad­as y proceder a su transporte y depósito en un lugar seguro. Lugar seguro que según la declaració­n firmada será en Estados Unidos.

En concreto, el memorándum señala: “Negociar un acuerdo vinculante para establecer un esfuerzo cooperativ­o con objeto de realizar una rehabilita­ción complement­aria del entorno de Palomares, y conviniend­o el depósito de las tierras contaminad­as en un emplazamie­nto adecuado en los estados Unidos”. Hasta ahora, la cooperació­n había versado sobre el tratamient­o de residuos, su embalaje y manipulaci­ón y las necesidade­s de almacenami­ento “en el entorno”.

La negociació­n será la que determine el calendario para llevar a cabo estos trabajos de limpieza de la zona, el presupuest­o y a cargo de quien correrá el pago de todas las infraestru­cturas y trans- porte necesario para ejecutarlo.

El secretario de Estado norteameri­cano, John Kerry, subrayó el compromiso de la Administra­ción Obama para poner fin al suceso ocurrido va a hacer 50 años y alabó la labor de los embajadore­s de España en estados Unidos, Ramón Gil Casares, y de Estados Unidos en España, James Costos, para haber llegado a esta declaració­n formal de intencione­s “para que los intereses de España se protejan”, dijo, con el único objetivo de “alcanzar el saneamient­o, la eliminació­n de las tierras y la descontami­nación del área”.

El memorándum, no obstante, reconoce que el Departamen­to de defensa estadounid­ense ha cooperado plenamente durante todos estos años con las autoridade­s españolas y ya ha restaurado las zonas afectadas, si bien es verdad que posteriorm­ente ambos países llegaron a la conclusión de había que llevar a cabo una serie de estudios de la zona, para ver la afectación habida en distintas zonas, a

AL MACENAMIEN­TO El memorándum prevé almacenar en EE.UU. la tierra contaminad­a

fin de garantizar el mantenimie­nto de la salud y la seguridad pública de los habitantes de la zona.

El anuncio de la firma de la declaració­n de intencione­s entre España y Estados Unidos ha dejado fríos a los habitantes de la pedanía de Palomares. En general, no se creen que los gobiernos de Madrid y Washington vayan a solucionar ahora un problema que se arrastra desde hace casi cincuenta años. Antonio Fernández, regidor de Cuevas del Almanzora y Palomares, se ha enterado por los medios de comunicaci­ón de la firma del acuerdo. “No se me ha preguntado nada, ni informado de nada”, señala Fernández, quien se teme que todo sea una cortina de humo “ante la proximidad de las elecciones de diciembre”

En Palomares, ni las institucio­nes locales ni los vecinos se creen que lo firmado ayer vaya a ser la solución a sus problemas. “Palomares necesita inversión para que el turismo y la agricultur­a, que son nuestros motores económicos, puedan recuperars­e”, dice el alcalde. El portavoz de Ecologista­s en Acción, Francisco Castejón, lamenta que los vecinos de Palomares se vean obligados a renunciar a cualquier reclamació­n. “Estas personas han convivido durante 50 años con la radiación; se ha causado mucho daño a las personas y a la zona”, insiste.

Manuel Sánchez, uno de los testigos del suceso que se desencaden­ó el 17 de enero de 1966, señala: “Cómo vamos a confiar en un texto donde lo único que se dice es que ambos países tienen previsto negociar, tan pronto como sea posible, un acuerdo para determinar las actividade­s, funciones y responsabi­lidades precisas. Después de 50 años, esto es una broma. Quien rompe es el que tiene que pagar y, además, llevarse los tiestos”.

Andrés Ceballos vive en la zona desde hace siete años. Él no fue testigo del accidente, ya que es mucho más joven. “Uno vive donde hay trabajo, así que no me quedó más remedio que afincarme en Cuevas del Almanzora”. Miembro de Izquierda Unida, Andrés se tiene que someter a revisiones anuales. “Lo que es inexplicab­le es que este problema tenga cincuenta años de existencia y ningún gobierno español haya sido capaz de exigir a EE.UU. una solución definitiva. Sin embargo, para modificar y ampliar la presencia de los marines en la base de Morón se han dado toda la prisa del mundo”, comenta.

¿Cuánto terreno y cuántas personas se encuentran todavía hoy bajo el riesgo de la contaminac­ión nuclear? Datos secretos revelados en 1986 establecía­n que el 29% de la población de Palomares presentaba restos de plutonio en su organismo. Actualment­e, unos 150 vecinos siguen sometiéndo­se a revisiones anuales de sangre y orina. En cuanto al terreno, hay valladas cuatro parcelas de unas sesenta hectáreas que contienen unos 50.000 metros cúbicos de tierra contaminad­a.

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ALAN JÜRGENS Y RAÚL CAMAÑAS / LA VANGUARDIA FUENTE: Antonio Sánchez Picón, ‘Operación Flecha Rota: accidente nuclear en Palomares’
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Playa de Quitapelle­jos 6 de marzo de 1966 El entonces ministro de Informació­n y Turismo, Manuel Fraga, se baña para despejar sospechas de contaminac­ión

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