Pegida explota a los refugiados
El movimiento islamófobo alemán se reactiva a cuenta de la ola de migrantes
El movimiento flaqueaba, y la crisis de los refugiados en Alemania le ha insuflado un renovado vigor. Pegida (Europeos Patrióticos contra la Islamización de Occidente) celebró ayer su primer aniversario congregando en su feudo de Dresde a unas veinte mil personas, según medios locales y una universidad especializada en recuentos, mientras otros 13.000 manifestantes en distintos cortejos les reprochaban su actitud.
Fue una guerra de gargantas la que se libró anoche entre los palacios barrocos del casco antiguo de la Florencia del Elba –como se conoce a Dresde por sus bellezas artísticas–, con las gentes de Pegida profiriendo “¡resistencia, resistencia!” y “Wir sind das Volk” (Nosotros somos el pueblo), el célebre lema de las manifestaciones anticomunistas de 1989 en la antigua RDA. La contramarcha les increpaba coreando “nazis fuera” y “bienvenidos, refugiados”, en un ambiente de gran tensión en plena oscuridad, con la policía antidisturbios bregando por evitar choques. Hubo uno con bengalas.
En su alocución, el líder de Pegida, Lutz Bachmann, calificó a la canciller, Angela Merkel, de “dic- tadora” y emplazó a Dresde a ser “centro de la resistencia” contra el Gobierno. A sus espaldas, en cambio, la Semperoper, la ópera de la capital sajona, mostraba en una pantalla electrónica frases como: “No somos escenografía para la xenofobia” y “No somos escenario para la intolerancia”. Una alianza de partidos, iglesias y oenegés convocó la contramarcha, con el lema “Corazón en vez de acoso”.
Juzgaron necesario convocarla ante la evidente resurrección del movimiento xenófobo. En febrero de este año, nadie daba un céntimo por la supervivencia de Pegida, que había tenido en el invierno de 2014 varios éxitos, que alcanzaron su mayor cota el pasado enero, con 25.000 manifestantes al abrigo de los atentados yihadistas en París contra la revista Charlie Hebdo.
Pero tuvo luego que afrontar dos reveses consecutivos: los comentarios xenófobos de Bachmann en la red, acrecentados por su foto posando como Hitler; y la marcha a finales de enero de sus dirigentes más moderados, en especial la portavoz, Kathrin Oertel. El declive fue brutal, y Bachmann –que dimitió pero no acabó de irse– siguió de facto al mando del conglomerado, que iba pasando meses sin pena ni gloria. Con todo, en junio presentaron a una candidata a la alcaldía de Dresde, Tatjana Festerling, que cosechó un 9,6% de votos en esta ciudad de 536.000 habitantes.
Hasta que después del verano, la decisión de Merkel de abrir fronteras a los refugiados se convirtió en un maná para la moribunda Pegida, que el 7 de septiembre reunió a cinco mil personas. Y fue subiendo hasta tener entre 7.500 y 9.000, lunes tras lunes, hasta la celebración de ayer, que logró una cifra de asistentes inferior a su récord de enero. Y se radicalizó aún más.
“Retirar la confianza a la política y a la administración no es la solución; no es una solución predicar el miedo y el rechazo contra el Estado, los medios de comunicación y los refugiados en las manifestaciones de los lunes”, escribió al respecto el alcalde, Dirk Hilbert, de los liberales de FDP, secundado por la mayoría de partidos. Politólogos de la Universidad Técnica de Dresde alertan ahora del renovado riesgo de Pegida. “Podría desarrollarse un movimiento de protesta paralelo al resto del sistema político y podría establecerse como par- tido populista de derecha, algo no deseable”, dijo Werner J. Patzelt.
Desde su lanzamiento el 20 de octubre de 2014 en la capital de Sajonia –a esa primera marcha acudieron apenas 350 personas-, Pegida ha incrementado su pulsión de extrema derecha. Si hace un año vimos en sus marchas a muchos ciudadanos descontentos –incluidas familias-, quejosos de que los políticos no solucionaban sus problemas, y que no parecían reparar en que la cúpula de Pegida basculaba hacia la extrema derecha, ahora abundan los hombres solos, jóvenes y no tan jóvenes.
La contramarcha anti-Pegida se trasladó a las redes sociales. En Twitter, Facebook e Instagram aparecieron fotos con mensajes de famosos, políticos, actores, autores y ciudadanos, con las etiquetas #IchBinDresden (yo soy Dresde), #HerzstattHetze (corazón en vez de acoso) y #nopegida.
En un año Pegida se ha radicalizado aún más; reunió a veinte mil personas, y otras 13.000 marcharon en contra