“¿Agua para Palomares? Si beben vino y no se lavan”
A partir de aquella mañana del 16 de enero de 1966, cuando el B-52 se estrelló sobre Almería con cuatro bombas de 1,5 megatones, hubo un enorme cruce de notas secretas y cables entre los servicios de Inteligencia civiles y militares de Estados Unidos. Se había producido el peor broken arrow (flecha rota, nombre clave para la pérdida de armas nucleares) de la historia y la Administración de EE.UU. quería actuar evitando la crítica que suponía que sus aviones sobrevolaran Europa con bombas atómicas en su panza. Además, habían convertido la pedanía de Palomares en uno de los lugares de mayor contaminación radioactiva del mundo pese al intento del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, de demostrar lo contrario bañándose en la playa con su Meyba. Pasaron 39 años y La Vanguardia localizó en Washington documentos secretos de la época –publicados en agosto de 2005– que evidenciaban la preocupación de Estados Unidos al tiempo que despedían un tono de desprecio hacia los habitantes de Palomares o hacia aquella rancia España. Algo había que hacer y tras recuperar la bomba, el dilema norteamericano se centró en compensar a Palomares con una carretera o con una depuradora de agua. Mientras, militares de EE.UU. se afanaron en extraer 1.400 toneladas de tierra súper contaminada que fue enviada a un cementerio nuclear en EE.UU. y, pese a que formalmente no pasaba nada, el riego fue suspendido y los soldados norteamericanos que participaron en la operación de limpieza bebieron agua traída desde Estados Unidos. Finalmente la depuradora no prosperó. El argumento en su contra fue de Laurin B. Askew, consejero de embajada para Asuntos Políticos de la legación en Madrid y lo hizo con estas palabras: “Y me pregunto si una fuente de agua potable pura representaría una gran ayuda a ojos de los agricultores de Palomares, como podría parecer a primera vista. Después de todo (y lo admito de forma ligeramente frívola), para beber hay vino, y las necesidades de baño y lavado no parecen ser demasiado apremiantes...”. /