La lucha contra el cáncer de mama
UNA de cada ocho mujeres sufre o sufrirá cáncer de mama. Este tipo de tumor es el más frecuente entre las mujeres occidentales. En España se diagnostican cada año 25.000 nuevos casos. En Catalunya, unos 4.500. El tratamiento de esta enfermedad ha experimentado notables progresos: actualmente, el 85% de las afectadas sobrevive, y este porcentaje aumenta a un ritmo del 4% anual. Se ha avanzado en las cribas y en la detección precoz, también en los tratamientos específicos. Se ha mejorado en la concienciación colectiva, lo que propicia unas mejores políticas sanitarias y una mayor atención de los ciudadanos a su propia salud. De manera que crece, por ejemplo, el número de mujeres que se someten periódicamente a mamografías, recomendadas a partir de los 40 años.
Buen acicate y reflejo de esta concienciación general es el día del Cáncer de Mama, que se celebró ayer, como se hace cada 19 de octubre. He aquí una fecha para renovar la alerta ante los riesgos de la enfermedad, y una oportunidad para renovar el compromiso de la sociedad en su lucha para erradicarla.
La investigación sobre el cáncer es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta la ciencia. En fechas recientes, reproducíamos unas esperanzadoras decla- raciones del doctor Joan Massagué, uno de los principales especialistas, en las que lanzaba su previsión de que en veinte años se habrá ganado la batalla al cáncer. Este tipo de manifestaciones pueden crear, ciertamente, expectativas que no todos podrán ver materializadas. Pero responden a una dinámica de progreso que, hoy en día, ha reducido ya mucho la mortalidad causada por el cáncer.
Tanto el trabajo científico como la concienciación de la sociedad son pilares firmes y consolidados de la lucha que nos ocupa. Pero precisamente en este día del Cáncer de Mama se ha prestado mayor atención a un ámbito en el que queda camino por recorrer. Nos referimos a la atención que reclaman las supervivientes de la dolencia, a menudo aquejadas de penosos problemas que no desaparecen con el tumor y sus efectos. El miedo a la recidiva, las secuelas físicas de la intervención médica y los daños psicológicos o emocionales que depara el cáncer son factores de inquietud que sobreviven, como tantas pacientes curadas, a la enfermedad. Es preciso implementar los servicios necesarios para paliar estos efectos diferidos de la dolencia. La batalla contra el cáncer es más larga de lo que parece, incluso en los casos con final feliz. Y hay que librarla sin tregua, hasta su erradicación definitiva.