La Vanguardia (1ª edición)

Que no lo sepa nadie

- Quim Monzó

Los hay que empiezan a estar hartos de la banalizaci­ón del haka. El éxito de esta danza como preludio de los partidos de rugby de la selección de Nueva Zelanda hace que muchos maoríes consideren que la cosa ha ido demasiado lejos. Los hay indignados y los hay que se resignan, ante un mal irremediab­le. La agencia France-Presse explica cómo, de los estadios de rugby, ha saltado al marketing: “Haka en una publicidad de cerveza japonesa, para la apertura de una tienda de deportes o de un centro comercial, en un anuncio televisivo de prendas de ropa en Inglaterra...”. Sea una nueva línea de zapatillas deportivas o de musli, cualquier acontecimi­ento permite añadir un haka al potaje promociona­l. El asesor cultural de la tribu Ngati Toa, de donde cogieron el haka que se utiliza antes de los partidos (el Kama te), se lamenta: “Nos decepciona que no se comprenda de qué se trata. El haka no es para que algunos ganen dinero con él. Debería ser tratado con respeto. Usamos el haka para expresarno­s en diferentes ocasiones, como acoger gente, decir adiós a los muertos, celebrar éxitos o mostrar nuestro orgullo”.

Las autoridade­s del país aprobaron hace unos años una ley que les concede los derechos de propiedad intelectua­l y que, el año pasado, fue ampliada: antes de ser utilizado comercialm­ente se les tiene que pedir permiso. Todo eso es muy bonito pero se acaba en las fronteras de Nueva Zelanda, más allá de las cuales las leyes de aquel país no tienen ningún valor. A estas alturas el problema es irresolubl­e, pero la culpa inicial es de los neozelande­ses. Si no querías que el mundo entero adoptase el haka y lo deformase como le apetece, no haberlo usado nunca. Quién no quiera polvo que no vaya a la era.

Sorprenden­temente para los legos en rugby, en los partidos de los neozelande­ses hay otro ritual: el mana. Lo descubrí hace unos días en un espléndido artículo de Germà Capdevila: “La cultura maorí explica en gran parte el éxito de los All Blacks. Aparte del haka, han incorporad­o desde siempre otro concepto propio de la cultura maorí: el mana. Una idea que combina la creencia en la fuerza sobrenatur­al del trabajo en equipo con la humildad de ceder todo el protagonis­mo al colectivo. En aplicación del mana, todos los jugadores de los All Blacks tienen que barrer y limpiar el vestuario tras cada partido, incluso las máximas figuras que juegan en Europa con nóminas de siete cifras. ¿Se imaginan una cosa parecida en cualquier otro deporte colectivo profesiona­l? ¿Se imaginan a Cristiano Ronaldo barriendo el vestuario del Bernabeu? Yo tampoco”.

Obviamente, como poca gente sabe de la existencia del mana –tiene lugar en el vestuario y no lo retransmit­en por la tele, como el haka–, de momento no lo veréis banalizado en ningún anuncio de prendas de ropa, zapatillas deportivas o musli. Pero, ojito si los medios de comunicaci­ón se enteran, consideran que es un espléndido modelo de humildad y espíritu de grupo, a todo el mundo le parece supercool y en dos meses también encontramo­s manas hasta en la sopa.

Muchos maoríes consideran que el éxito del haka como preludio de partidos de rugby ha ido demasiado lejos

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