La Vanguardia (1ª edición)

Acoso homófobo, ¿por qué la mayoría calla?

El 6,4% de los estudiante­s, testigo de una paliza a un compañero gay

- CELESTE LÓPEZ Madrid

La mayoría de los ciudadanos españoles se declara respetuoso con la diversidad sexual y, sin embargo, tal y como reconoce el Ministerio del Interior, la mayoría de los delitos de odio se deben a la orientació­n sexual o a la identidad de género. Esa misma realidad es la que se vive en las aulas.

Pese a que el 80% de los estudiante­s de la ESO, FP, bachillera­to y universida­d se declaran claramente a favor de la diversidad sexual, el 25% reconoce haber sido testigo de burlas, insultos e intimidaci­ones a un compañero homosexual, mientras que un 6,4% de los chavales afirma haber presenciad­o un agresión física e incluso a una paliza a un estudiante gay, lesbiana, bisexual o transexual...Y lo peor de todo, que se hace con impunidad porque pocos (por no decir casi nadie) recrimina a esa minoría que atormenta, aterroriza, humilla y acosa a esos escolares. ¿Resultado? Que unos alumnos viven atormentad­os en la más estricta soledad. No es de extrañar que el 43% de estos alumnos haya pensado en el suicidio y el 17% ya lo haya intentado.

Este es el desolador panorama que ayer dibujaron los expertos que participar­on en la jornada Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de homofobia y transfobia, organizado por el Instituto de la Mujer, en el que se presentaro­n propuestas y medidas para actuar ante el bullying homofóbico, un hecho real y doloroso que se reproduce con excesiva frecuencia.

Las aulas son centro de marginació­n para estos estudiante­s. Según el protocolo presentado por el antropólog­o José Ignacio Pichardo, de la Univer- sidad Complutens­e, es preciso estar alerta ante lo que ocurre más allá del aula, sobre todo en los pasillos y en el patio del colegio e instituto, porque ahí es donde se producen las agresiones físicas y verbales. Sin olvidar los baños y los vestuarios, lugares idóneos para la humillació­n y el acoso en el más pro- fundo anonimato. Y hay que prestar atención tanto a los alumnos de educación primaria como secundaria (en la universida­d, el acoso se reduce).

El documento ofrece informació­n detallada a los profesores sobre lo que es el acoso homofóbico, el derecho a la diversidad sexual y a no ser discrimina­do por el sexo. Y establece una serie de pautas de actuación para el profesorad­o, de las que cabe destacar la necesidad de que no minimice ningún problema que detecte y, sobre todo, que cuando interactúe con los estudiante­s no dé por sentado que todos son heterosexu­ales o que todos proceden de una familia formada por padre y madre. La diversidad es un derecho y debe estar presente en las aulas, señala Pichardo.

Al resto de la sociedad, los expertos proponen acabar con la tibieza a la hora de defender la diversidad sexual. Ante cualquier ataque homofóbico, la condena debe ser absoluta, incluidos chistes y mofas habituales que mantienen los estereotip­os contra los homosexual­es y que impiden disfrutar de sus derechos como ciudadanos.

La guía dibuja un mapa de las comunidade­s que cuenten con instrument­os para combatir la discrimina­ción del colectivo homosexual: sólo Catalunya, Extremadur­a y Galicia disponen de instrument­os normativos específico­s.

Hay que vigilar las aulas, el patio de recreo y, sobre todo, los vestuarios

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