La Vanguardia (1ª edición)

Clase media

- Gestor de Abante Asesores Josep Prats

Un importante banco suizo acaba de publicar su estudio anual sobre la evolución de la riqueza en el mundo. Entre sus conclusion­es ha sido muy comentada la que nos revela que el 1% más rico de la población tiene más del 50% de la riqueza mundial. No lo ha sido tanto otro dato: la clase media, a nivel global, no deja de crecer. Un sexto de la población mundial tiene ya un patrimonio que le permitiría superar dos años sin ingreso alguno. Tener dos años de sueldo medio ahorrado es el nivel mínimo de patrimonio para ser considerad­o clase media. En 20 años de sueldo medio se situaría el nivel máximo de patrimonio para permanecer dentro de dicha clase. A partir de ese nivel podríamos hablar de clase alta o, si es políticame­nte más correcto, acomodada.

Así, un 14% de la población mundial estaría dentro de la clase media y un 2% adicional pertenecer­ía a la clase acomodada. Australia, Japón, los países escandinav­os y, en general, los de Europa occidental, lideran la clasificac­ión. Entre un 60% y un 80% de su población se sitúa por encima del umbral mínimo exigido para ser considerad­o clase media. España ocupa la décima posición con un 56% de los ciudadanos en la clase media y un 4% en la clase acomodada.

Sorprenden­temente, Estados Unidos queda bastante por detrás de la mayoría de países europeos. Un 50% de su población no alcanza el nivel mínimo. Un 38% se sitúa en la clase media y un 12%, una proporción mucho más elevada que la que suele darse en Europa, está en la clase acomodada. La proporción de ciudadanos de clase media en China supera el 10%, situándose ya en niveles superiores a los de países como Brasil o Turquía. A la cola, el continente africano e India, donde apenas el 3% de la población alcanza el nivel mínimo de ahorro exigido.

Estimar la clase media a partir del nivel

Los beneficios de las compañías de implantaci­ón global no dejan de crecer por la evolución de la riqueza

de patrimonio parece un criterio mucho más exigente que el que se ha venido utilizando habitualme­nte, el de un nivel de renta que permita integrarse plenamente en la sociedad de consumo. Se puede tener una renta holgada y no ahorrar nada, llevar una vida de clase media, o incluso acomodada, sin tener patrimonio. Si asumimos que las familias que tienen un automóvil alcanzan dicho nivel de renta, la clase media global (o, quizás sea más adecuado denominarl­a, clase consumidor­a) se duplica, hasta prácticame­nte un tercio de la población mundial. La totalidad de la población europea, norteameri­cana y del Sudeste Asiático entraría en esta categoría. También un sexto de la población que vive en los países emergentes.

En una generación es previsible que veamos a la mitad de la población global en la clase media por nivel de renta y consumo. Y a la mitad de dicha población consumidor­a dentro de la clase media, medida por patrimonio. El número de clientes, llámenle clase media o consumidor­a, no deja de aumentar. Y, por ello, los beneficios de las compañías con implantaci­ón global no dejan de crecer.

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