El glamur de Isabel Preysler en Barcelona
Esteve Rabat la nombra madrina de su firma, que abre sede en el paseo de Gràcia
En ella funcionan tres reglas básicas: educación, evitar precipitaciones y sentido común. Si a esto unimos una belleza intemporal y un halo de encanto irrepetible, tenemos ante nosotros el fenómeno Isabel Preysler, destino y deseo confeso de hombres y mujeres, codiciado objetivo de marcas de lujo y agencias que saben que sube de valor lo que le coloques a su lado. Por otra parte hay quien ejerce de detractor y ente maligno que la ataca precisamente por el triunfo de sus valores intrínsecos. Y especialmente por su vida sentimental, que criminalizan como premeditada carrera con un distinto final que no tiene nada que ver con la felicidad que le ha sonreído (a veces también le ha hecho llorar), al lado de tres maridos y un pretendiente.
Y así, tras este apretado currículum afectivo-sentimental, apareció Isabel Preysler en el nuevo espacio Rabat de Barcelona. Llegó desde el vecino, elegante y chic hotel Majestic, donde está en su habitación de siempre, sin requisitos especiales, porque es una señora de lo más normal, “la antidiva”, la califica el per- sonal del lugar. Iba vestida por Elie Saab, aunque, la verdad, esperábamos un guiño a Tot-Hom, la firma catalana de la que pudo ser imagen – y varios de cuyos modelos ha usado con éxito en varias ocasiones–, pero se dejó seducir por el lujo libanés. Vistió un mono de pantalón negro con cuerpo de encaje de Valenciennes en tonos verdes, rojos y morados y lo completó con unos zapatos que se trajo de Madrid. Re- pasemos sus joyas, que de eso trataba la fiesta. Lució Isabel un anillo en forma de espiral en oro blanco y brillantes y una sortija de brillantes negros con rubíes en pavé; sus pendientes eran de oro blanco y brillantes con forma de Chanciller; y su reloj era un Rolex en oro rosa y brillantes. Total, una fortuna.
Primera duda despejada, el atuendo; segundo, llegó sola porque Vargas Llosa, pareja actual de Isa- bel, sigue impartiendo docencia en Princeton y es allí donde ella va cada dos por tres, siguiendo al amor de madurez, al Nobel de la suerte, que es un premio caer víctima de Cupido a una cierta edad en pleno uso y disfrute de sus cualidades físicas y mentales, éticas y estéticas.
Isabel pisa fuerte, no hace ruido pero deja la impronta de su paso en el aire. Visitó la noche del miércoles el espacio, posando para el ¡ Hola! de la próxima semana en los 2.500 m2 repartidos en seis plantas del nuevo Rabat en la casa Codina que el estudio de Josep Ribas ha puesto a punto y al que Estrella Salietti, habitual colaboradora de Rabat, ha impregnado del espíritu de la vecina Pedrera, trabajando los forjados modernistas como un guiño a Jujol, jugando con el blanco, el negro y el dorado sorprendiendo a un mismísimo Casas recién descubierto en la
pared: el estudio del artista alberga hoy la barra del Rabat Café que, organizado por Sergi Arola, atenderá a los clientes en el exquisito patio interior del edificio, de 300 m2
Hubo catering de lujo para una audiencia a juego a la que Nando Jubany volvió a demostrar su alta calidad gastronómica y humana. Susana Gallardo y su hija Marta; Marita Guerín; Javier Bordas; Josep Cusí e Inés Muiños; Ramón Bordas e Isabel Estany; Rosa Esteva; Josep Crehueras y la bella Columna Martí; Javier de Benito; Isa Suqué y su marido, Ed Reger; Mar Flores, Astrid Klisans, Alejandra Prat, Jaime de Marichalar, Peter Vives; el peluquero Iranzo; Lorenzo y Giovanna Quinn; Eva Soldevila (con bolso “Love” de Le petit jouer, de la tienda Passage); Manuel Torreblanca; Pere Guardiola, director general de Publipress; Albert Ca- rreras y su mujer; el doctor Vila Rovira y la doctora Montse Folch o Leo y Jose Maria Solanes. Entre la clase política vimos a Xavier García Albiol (PP) o Xavier Trias (CDC). Y la familia Rabat al completo, Esteve y Rosa Mairal; Jordi y Eva Palao – con vestido de Alaïa–, que ya tienen en casa a la pequeña Greta, feliz compañía de su hermana Alexandra; y el campeonísimo Tito. Felices del éxito actual, al que debe gran porcentaje la inolvidable Cuca, por quien brindamos todos.
La sociedad catalana arropó a la mujer del momento eterno en una brillante presentación barcelonesa