Draghi vuelve al rescate
El Ibex se eleva el 2,05% para volver a colocarse en positivo en el balance anual
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, anunció que la entidad podría intensificar la compra de activos, señal de que la economía europea no funciona todo lo bien que debiera y los objetivos marcados hace siete meses no se están cumpliendo, mientras el euro no baja lo suficiente con respecto al dólar.
De nuevo, las contradicciones. O, más bien, ese sentimiento acomodaticio que tanto distingue a los mercados financieros. Ayer a mediodía, Mario Draghi anunció que el Banco Central Europeo (BCE), organismo que él mismo preside, podría intensificar su programa de compra de activos antes de que acabe este 2015. Evidentemente, es una mala noticia: significa que no se están cumpliendo los objetivos marcados hace ya siete meses. Pese a ello, las bolsas reacciona- ron con subidas. De inmediato, todas las plazas de la eurozona (e incluso las de Wall Street) se dispararon. Al cierre, el Ibex se había elevado el 2,05%, hasta los 10.365 puntos. Por primera vez desde finales de agosto, volvía a colocarse en positivo en el balance anual (0,84%).
La subida de las bolsas está bien (sobre todo, para el inversor). Pero en realidad no es otra cosa que fuegos de artificio. Si Draghi se propone ampliar la expansión cuantitativa o quantitative easing (QE) en diciembre, lo hace porque la situación está complicada. A grandes rasgos, su propuesta confirma que las primeras medidas que puso en marcha en marzo (la primera parte del QE que el guardián del euro mantiene en vigor hasta ahora) no han dado en la diana.
La inflación de la eurozona estaba en un -0,1% en el informe del pasado 10 de octubre (muy lejos del deseado cerca pero por debajo del 2%). Y el euro no consigue fortalecerse en su guerra de las divisas. No salen las cuentas: decenas de analistas pronosticaban que el euro se habría depreciado hasta los 1,05 dólares para final de año. Pero los números hablan: no es así. Es cierto que el euro había llegado a cambiarse a 1,04 dólares en algún instante –muy concreto– de marzo. Pero esos parámetros no se han repetido. Ha sido más bien lo contrario. Desde aquellos mínimos del invierno, la divisa única se ha ido apreciando hasta coquetear con los 1,15 dólares en las últimas semanas. Ese dato erosiona la competitividad de las empresas de la eurozona, cuyos productos salen más caros a cualquier importador, sea estadounidense o asiático.
También es cierto, al menos en parte, que las palabras de Draghi lograron corregir ayer este último asunto, el del cruce euro/dólar: al cierre de esta edición, el euro había retrocedido hasta los 1,11 dólares, un espacio en el que no se veía desde hacía un mes. “Es evidente
El euro retrocede hasta el 1,11 en su cruce con el dólar, su mínimo del último mes
que una expansión del programa actual de flexibilización cuantitativa debería pesar sobre la moneda única”, dijo ayer el informe semanal de Ebury, institución especializada en el intercambio de divisas. Sin embargo, eso también son fuegos de artificio. De ahí al 1,05 dólares aún queda un trecho.
En realidad, Draghi recupera momentos del pasado. De nuevo, vuelve a verse entre la espada y la pared. Y de nuevo, se le pide algo más que juegos de palabras. “El grado de acomodación de la política monetaria (del BCE) necesitará ser reexaminado en la reunión de diciembre”, dijo el presidente del organismo, en referencia al 3 de diciembre, su próximo y último encuentro antes del cierre del año. “Estamos listos para actuar si es necesario y estamos abiertos a valorar todo el menú a nuestra disposición”, añadió, aunque sin concretar las líneas maestras. Se le vigila de cerca. ¿En cuánto se intensificará el QE (hoy, el BCE invierte 60.000 millones de euros mensuales en la compra de activos)? ¿Y por cuánto tiempo lo hará? No hubo respuestas a ninguna de esas preguntas, pero sí una declaración de intenciones: Draghi desveló que algunos miembros del consejo de gobierno pretenden que se actúe de inmediato.
Donde no habrá movimiento –ni a corto ni a medio plazo– será en el precio del dinero ni en las tasas de los depósitos. El BCE mantendrá los tipos de interés en el minúsculo 0,05% (lleva allí desde septiembre del año pasado), y seguirá cobrando a los bancos por guardarles el dinero (depositar el dinero en el BCE le cuesta hoy el 0,20% a cualquier depositante). “Se ha discutido una mayor bajada de la tasa de depósito”, continuó. Pero también dejó caer que esos hipotéticos ajustes sólo se producirán en el caso de que las condiciones de la eurozona vuelvan a empeorar.