La cuota de Le Pen
La pinza de socialistas y conservadores contra el Frente Nacional convierte a Marine Le Pen en una especie de vedette antisistema
La candidata francesa de la extrema derecha, Marine Le Pen, ha renunciado a aparecer en un programa televisivo tras las quejas del PS y Los Republicanos, que han derivado en la inclusión de representantes de ambos partidos en la emisión.
Para empezar algunas siglas: UMPS. Es el acrónimo combinado del principal partido conservador francés (la UMP, entre tanto rebautizado como Los Republicanos) y de los socialistas. Esa sigla es un concepto clave en la estrategia “antisistema” del Frente Nacional, el partido ultraderechista francés liderado por Marine Le Pen, que se presenta pomposamente como “la primera fuerza política de Francia”. Lo ha sido en determinadas elecciones y con bastantes matices, pero podría llegar a serlo de verdad. Sobre todo si cuenta con la inestimable ayuda de los “grandes estrategas” de la política institucional francesa, François Hollande y su cohorte por los socialistas, y Nicolas Sarkozy y la suya por los Republicanos.
El segundo acrónimo es DPDA. No es un partido, sino un programa mensual de televisión. Se llama Des paroles et des actes (Palabras y hechos) y lo dirige el más conocido periodista de la tele de origen catalán, David Pujadas. En DPDA, los políticos son sometidos a interrogatorio exhaustivo, confrontados a adversarios y vídeos complicados para ellos, semblanzas biográficas, encues- tas. En casi dos horas, que es lo que dura, hay tiempo para mucho, y los invitados suelen sudar la camisa, pese a que el consenso general es siempre ciento por ciento establishment, como no podría ser de otra forma entre 9 y 11 de la noche. Pues bien, Pujadas había invitado anoche a Marine Le Pen a su programa. Era la quinta vez en cinco años, así que hubo malestar en UMPS contra DPDA.
Marine Le Pen es candidata en la región Nord-Pas-de-Calais-Aquitania en las regionales de diciembre. Podría ser la primera victoria del Frente Nacional en una región, así que esta golosa aparición en televisión generó celos y recelos. Tanto el secretario general del Partido Socialista, Jean-Christophe Cambadélis, como el presidente de Los Republicanos, Nicolas Sarkozy, apelaron al Consejo Supervisor del Audiovisual (CSA), organismo que vela por la equidad en los medios. El primer ministro, Manuel Valls, estimó en la Asamblea Nacional que “hay que respetar la equidad entre candidatos a las elecciones regionales”. El miércoles, el CSA dictaminó que había que dar cabida en el programa DPDA dedica- do a Marine Le Pen a sus adversarios en las regionales. Eso ya ponía muchos adversarios en el programa, pues Le Pen ya se las tenía que ver, además de con muchos periodistas incordiantes, con dos pesos pesados socialistas y de la derecha centrista; el ministro Stéphane Le Foll y Jean-Christophe Lagarde. Para aplacar el tumulto y a la CSA, Pujadas propuso incluir en el colofón del programa dos intervenciones finales de diez minutos cada una de los rivales electorales de Le Pen en su región. El último movimiento, ayer tarde, fue un portazo de la Le Pen, denunciando la “mascarada” de la que era objeto y anunciando que no aparecería por el estudio: no habrá programa con la líder del FN de estrella. El resultado ha sido mucho peor que la enfermedad.
Regreso a la primera sigla, aquella UMPS que Marine Le Pen acuñó el año pasado para promover su mensaje “antisistema” de “yo contra todos” y “todos son lo mismo”. La iniciativa común de socialistas y sarkozystas no ha hecho más que demostrar la vigencia de ese mensaje: “Gracias,
Las protestas por la presencia de Le Pen en un programa de televisión se vuelven a su favor Políticos y medios de comunicación desprestigiados contribuyen al éxito del Frente Nacional
Cambadélis y Sarkozy: buena prueba de la unidad de UMPS”, escribió en twitter Florian Philippot, segundo del Frente Nacional.
En conclusión, todos quedan mal, menos Le Pen. La pinza de todos contra el FN no hace más que alimentar el discurso antisistema de Le Pen que conecta con una sociedad cabreada a la que se tienta con el voto protesta, mientras se moderan las estridencias más ultras.
Respecto a los medios de comunicación, su desprestigio es tal que cabe preguntarse si en Francia no funciona aquel fenómeno vigente en los últimos telediarios soviéticos: “Si lo afirman ellos, es que es mentira”. A quienes “ellos” denigran, el favor popular les da alas. Es lo que se conoce como “el tiro por la culata”.
“Las estrategias de Hollande y Sarkozy colocan a Le Pen en el centro del juego”, titula hoy Le Monde. El titular sólo se equivoca en calificar como “estrategia” lo que es una pura chapuza.