La Vanguardia (1ª edición)

En juego toda la península Ibérica

- Enric Juliana

La posible formación de un gobierno de izquierdas en Portugal, que el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva (centrodere­cha), intentará obstaculiz­ar todo lo que pueda, haciendo uso de sus facultades arbitrales, es un dato novedoso que no debiera ser ignorado en España. Abramos el foco y prestemos atención al mapa. Como ya ocurrió en 1974-82, vuelve a estar en juego la orientació­n de fondo de la península Ibérica en el interior de un cuadro internacio­nal muy crítico. No hay guerra fría, pero hay ciudades en llamas en Eurasia, el norte de África se ha convertido en un tremendo polvorín y a la fortaleza alemana se le acumulan los problemas.

Portugal es importante para España. Portugal moldeó la transición. El rey Juan Carlos encargo cambios veloces a Adolfo Suárez para evitar una radicaliza­ción como la vivida en Portugal inmediatam­ente después de la Revolución de Abril de 1974. Los valientes oficiales de la Unión Militar Demócrata (UMD) fueron duramente perseguido­s –y tardíament­e reconocido­s–, por haberse inspirado en el Movimiento de las Fuerzas Armadas portugués. El Partido Comunista de España se colocó en primera línea pactista para evitar el aislamient­o del Partido Comunista Portugués después del fracaso de su tentativa bonapartis­ta en 1975. Felipe González tuvo que soportar durante siete largos años –entre 1974 y 1982– que el portugués Mário Soares fuese considerad­o en Europa como el principal líder socialista en el solar ibérico.

España nunca debiera menospreci­ar los cambios de coordenada­s en Portugal, ese país donde la gente grita menos y sufre más los estragos de la crisis. Un país de 10,5 millones de habitantes que no ha estallado porque la emigra- ción ha sido masiva y la revolución ya tuvo lugar en 1974.

En Portugal, el partido más votado puede perder el poder. Creo que ese es un dato que interesará a Mariano Rajoy. Pese a haber ido juntos a las elecciones legislativ­as del 4 de octubre, el centro y la derecha no dominan el Parlamento. Pedro Passos Coelho se ha quedado sin mayoría absoluta. Hay más diputados de izquierdas y el Partido Socialista parece dispuesto a llegar a acuerdos con el Bloco de Esquerda (la formación más parecida a Podemos) y el rocoso Partido Comunista. Una alianza inédita desde 1975, cuando el socialdemó­crata Soares taponó la alianza del líder comunis- ta Cunhal con los militares más revolucion­arios. Cuarenta años de socialismo centrista, bruselense y atlantista pueden sufrir ahora un giro. El presidente Cavaco ha encargado al conservado­r Passos Coelho que intente formar gobierno, sabiendo que no tiene mayoría. Arte dramático. Hay elecciones presidenci­ales en enero y el sector más moderado del voto socialista puede sentirse desubicado ante la inminencia de un frente popular lusitano.

Angela Merkel viajó ayer a Madrid para apoyar a Rajoy, con la mirada puesta en Lisboa. El socialismo francés también observa la Península y su comisario europeo Moscovici emite informes severos sobre la falta de veracidad de los presupuest­os españoles del 2016. Está en juego todo el tablero ibérico, así en Lisboa y Madrid como en Barcelona.

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