La Vanguardia (1ª edición)

Por un ocio creativo y ecológico

- F. TORRALBA, profesor de la Fundación Blanquerna

La educación en el ocio tiene una tradición muy arraigada en el país. A pesar de las transforma­ciones de orden social, económico y político que estamos viviendo, esta forma de educación sigue ejerciendo un papel esencial en el desarrollo integral de la persona.

La gestión del tiempo del adulto se ha transforma­do vertiginos­amente en los últimos años de manera tal que la vida laboral coloniza cada vez más la vida personal. En la sociedad de la fatiga, expresión del filósofo coreano Byung Chul Han, el ocio es un bien muy escaso.

La vida del niño también está muy ceñida al horario escolar. Dispone de poco tiempo de ocio entre desplazami­entos, vida escolar, deberes y actividade­s extraescol­ares. El difícil encaje entre los horarios escolares y laborales se convierte en un problema logístico cotidiano que hay que resolver llenando las horas con alguna actividad.

Con todo, el ocio es una ocasión idónea para educar la creativida­d, el sentido emprendedo­r, el espíritu solidario, el cuidado del medio ambiente, la estima por el territorio y para forjar relaciones de calidad. Es un elemento clave para desarrolla­r la educación integral de la persona (física, psíquica, social y espiritual), porque a través de la educación en el ocio se desarrolla­n habilidade­s, competenci­as y formas de inteligenc­ia que son muy relevantes para la vida personal, afectiva y laboral.

Hace falta que el niño disponga de tiempo vacío, que tenga ocasión para respirar, pero también entiendo que hace falta un ocio guiado, orientado por personas forma- das que busquen el desarrollo lleno del niño. Por eso es una excelente noticia que la Fundación Pere Tarrés, que tiene una gran pericia en el campo de la educación en el ocio, esté celebrando un congreso sobre esta temática este mes de octubre con la participac­ión de entidades y empresas del ocio educativo, para imaginar qué caminos y estrategia­s tiene que seguir la educación en el ocio.

La educación en el ocio es una ocasión idónea para forjar ciudadanos creativos, solidarios y ecológicos. Hay muchas habilidade­s y cualidades básicas que el niño necesita para afrontar la complejida­d de la vida posmoderna que no se aprenden en el aula, ni a través de los libros. La educación en el ocio, puesta al día, es un instrument­o para garantizar los procesos de inclusión y de cohesión social que el país tanto necesita.

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