La Vanguardia (1ª edición)

El fiscal sostiene que Rosario Porto pudo asfixiar a Asunta ella sola

La acusación admite que hay más indicios contra la madre que contra el padre

- ANXO LUGILDE Santiago de Compostela

“¿Fue más listo él que ella?”. Esta pregunta que lanzó ayer el fiscal Jorge Fernández de Aránguiz en su turno de conclusion­es resume la posición del ministerio público sobre uno de los dos mayores enigmas del asesinato de Asunta, el de cuál fue la participac­ión exacta de cada uno de los acusados, la madre, Rosario Porto, y el padre, Alfonso Basterra. Antes de su intervenci­ón final ante el jurado Fernández modificó un párrafo en su escrito de calificaci­ón, para señalar que a la niña la asfixiaron “ambos acusados, o al menos Rosario Porto”. Este matiz aparece como una garantía para asegurar al menos la condena de Porto, porque existen más evidencias contra ella que contra él.

No obstante, el fiscal mantiene la petición de 18 años de cárcel para ambos exesposos, al considerar que el crimen “fue cosa de dos”, tesis con la que coincide plenamente la abogada de la acusación popular, Rocío Beceiro, representa­nte de la Asociación Clara Campoamor, que reclama 20 años de prisión.

Beceiro incidió más que el fis- cal en el otro gran enigma, el del móvil del asesinato. Así, asumió la teoría del juez instructor, Vázquez Taín, de que a los padre “les molestaba” la niña. Sostuvo que en el último verano de la vida de Asunta “nadie se ocu- paba de ella”. Según Beceiro, la madre estaba iniciando una nueva vida mientras que, como también señaló el fiscal, el padre buscaba asegurarse el control sobre su exmujer, de quien vivía, al hallarse en paro y sin ahorros.

Tanto el fiscal como la acusación popular mantuviero­n las mismas tesis que en sus intervenci­ones del 30 de septiembre, aunque trufándola­s de referencia­s de los testimonio­s que ha escuchado el jurado y de las pruebas de los peritos. La novedad fue el matiz que introdujo el ministerio público de que el acto final, el ahogamient­o de la niña previament­e drogada con una dosis tóxica de ansiolític­o, lo pudo hacer la madre, de quien está demostrada su presencia en el lugar del crimen, el chalet de Teo, mientras no se pudo acreditar en el caso del padre.

No obstante, el fiscal sostiene que Basterra también es autor del asesinato, pues lo consideró el responsabl­e de la sedación con Orfidal. “Es quien lo compra”, afirmó. El fiscal estima que el acuerdo entre los dos acusados les delata, ya que si el padre fuese inocente no podría apoyar a la madre. Se trata de un “pacto de silencio”, en palabras de la letrada de la acusación popular.

En el trámite de la calificaci­ón definitiva apareció otra fisura en el frente común de los acusados, pues la abogada del padre dice que la niña durmió en casa de la madre uno de los días en los que fue drogada a clase. Pero ya hubo brechas así en el pasado, sin que se rompiese su unidad de acción. Hoy exponen sus conclusion­es los letrados de Porto y Basterra, quienes pueden dirigirse al jurado, que debe empezar a deliberar el lunes.

Un plan que fue “cosa de dos” cubierto por un “pacto de silencio”, argumento contra los dos acusados

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XOAN REY / EFE Imagen del circuito cerrado de televisión de la sesión de ayer, en el momento de la exposición del fiscal

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