Un edificio de elegante estilo modernista
La presencia de la casa Codina, en el paseo de Gràcia, 94, se explica por una razón de lazo familiar. Josep Codina, su propietario, era cuñado del gran pintor Ramon Casas. Cuando el padre de este decidió ir a vivir en el Eixample, levantó primero su edificio en el número 96. Y el mismo arquitecto que se lo proyectó a renglón seguido puso en pie el destinado a Codina; corría 1898.
Antoni Rovira i Rabasssa, autor de los dos proyectos mencionados, era hijo del también arquitecto Antoni Rovira i Trias, ganador del concurso del Eixample, que finalmente fue otorgado a Cerdà.
Los dos edificios son de un elegante estilo modernista contenido. Y pese a que sus fachadas poseen personalidad propia, se advierte una cierta relación.
Al ser la finca Codina mucho más estrecha, el arquitecto se vio obligado a establecer en la fachada unos ritmos bien distintos. No centró la puerta de entrada y en el piso principal, residencia del dueño, tendió una tribuna corrida.
A medida que asciende la fachada, se estiliza con acierto innegable. En la planta superior mantiene el volumen saliente de la tribuna aunque reducida a un simple cuerpo central, finalizado con el arte floral tan emblemático del Modernisme. Y establece una relación aún más sutil pero eficaz con el balcón del último piso, que asoma de manera ostensible e inesperada.
Merece ser destacado el fino trabajo ornamental de los picapedreros que trabajaron las barandillas de todos los balco- nes. El remate es muy creativo, con mallas de forja a base de cuartos de esfera que protegen las aberturas del terrado, entre las que sobresalen dos cabrias trabajadas con un estilo escultórico.
La ornamentación interior fue obrada por el acreditado decorador, dibujante y escenógrafo Josep Pascó, el mismo que en la vecina casa de su amigo el pintor Casas derramó a manos llenas una magnificencia espectacular. Lamento que en la casa Codina, al paso de dos rehabilitaciones, nada modernista haya sido preservado. Lamentable.