La Vanguardia (1ª edición)

“Las divisiones no hacen grande a un pueblo”.

Don Felipe aborda la cuestión catalana: “Las divisiones nunca hacen grande a un pueblo”

- MARIÁNGEL ALCÁZAR Oviedo

El Rey se refirió a Catalunya aprovechan­do el discurso con motivo de los premios Princesa de Asturias. En la imagen, entrega el galardón al cineasta Francis F. Coppola.

Ante personas sabias, personas dignas, personas ejemplares, como definió a los distinguid­os con los premios Princesa de Asturias, el Rey alertó ayer de los peligros de levantar muros emocionale­s, que quiebran los valores y crean fracturas sociales que “tanto daño hacen a las conciencia­s de las personas, a los afectos, a la amistad , a las familias y a las relaciones entre los ciudadanos”. Don Felipe volvió de nuevo a poner como modelo a las personalid­ades premiadas, elegidas por el mayor de sus méritos: poner sus ideas y sus valores al servicio de una sociedad mas justa y solidaria.

Durante años, el discurso que don Felipe pronunciab­a en la entrega de los premios Príncipe de Asturias era el reflejo más exacto de su pensamient­o y el mensaje más importante de cuantos hacía llegar. Ahora, ya no es Príncipe pero, como Rey, sigue reservando sus palabras en el escenario del teatro Campoamor de Oviedo para reflexiona­r sobre los principios básicos de la democracia: la convivenci­a, la defensa de la legalidad y de los principios constituci­ones como garantía de los derechos y libertades de los ciudadanos. Los premios, denominado­s ahora Princesa de Asturias por ser ese el título de la actual heredera al trono, Leonor de Borbón, han cambiado de nombre pero no de esencia. El rey Felipe tiene ahora que desdoblars­e y volver a ser un poco el Príncipe de Asturias que fue para lanzar un mensaje más personal y humanista, reservando el de Navidad para los asuntos de Estado, pero consciente también de que sus palabras no son solo las de Felipe de Borbón, sino las del Rey y jefe de Estado.

Por eso y, como viene haciendo en sus últimos mensajes, don Felipe volvió a apelar ayer contra el riesgo de las divisiones, lo que él llama muros emocionale­s. En otro marco, podría hablar el Rey, como lo hizo en su discurso en el Parlamento Europeo, de la importanci­a de “una España unida”, pero en Oviedo habló de lo que significa construir muros con los sentimient­os. “Las divisiones –dijo– nunca hacen grande a un pueblo, solo lo empobrecen y lo aíslan. El Rey recordó las palabras del profesor George Steiner, que recibió el premio de Comunicaci­ón y Humanidade­s en 2011, cuando recordó que “en este planeta solo somos unos invitados de la vida que debemos mostrar nuestro respeto a los seres humanos, a sus derechos y a su dignidad”.

Unas palabras que el Rey recordó ayer para pedir que “valoremos lo que los españoles hemos construido juntos, lo que nos une y nos fortalece; alejemos lo que nos separa y nos debilita; y apartémono­s de todo lo que pretenda señalar, diferencia­r o rechazar al otro” .

Al Rey le tocó cerrar una ceremonia en la que, como ya es habitual, se unió la emoción con la reflexión; en la que fueron tan intensas las palabras como las imágenes, la fuerza como la fragilidad, la fama como el anonimato. Emotivo fue oír a la economista Esther Duflo, premio de Ciencias Sociales, explicar cómo hay un camino para reducir la pobreza

Don Felipe pone como ejemplo de valores a las personalid­ades premiadas en Oviedo Los hermanos Pau y Marc Gasol, premio de los Deportes, bajas por sus compromiso­s en la NBA

pero no existe voluntad para abrirlo. Reflexione­s las del sabio Emilio Lledó, premio de Comunicaci­ón y Humanidade­s, que echa mano de los clásicos para recordar que Platón y Aristótele­s ya hablaban en sus obras de la “decencia política”. Palabras llegadas de La Habana como las del escritor Leonardo Padura, premio de las Letras, tan directas al corazón como la aparición en el escenario de Marina Miranda, una niña discapacit­ada que representó a todos los beneficiar­ios de la Orden Hospitalar­ia de San Juan de Dios, premio de la Concordia. Francis F. Coppola representó la fuerza de las imágenes cinematogr­áficas que contrastan con la fragilidad de la cadena de ADN que estudian Emmanuelle Charpentie­r y Jennifer Dudna, premio de Investigac­ión Científica y Técnica. Y la otra cara del éxito y la fama, la que obligó a los hermanos Pau y Marc Gasol, premio de Deportes, a permanecer en Estados Unidos para cumplir con sus contratos con la NBA, frente al viaje que desde los cinco continente­s de otros tantos voluntario­s, personas anónimas, que con su trabajo nutren de contenidos la encicloped­ia digital. Para todos tuvo el Rey palabras de elogio, destacando que, cada uno de ellos, con sus pequeños o grandes trabajos, con su ejemplo, dan testimonio de una vida verdadera.

Don Felipe tuvo un recuerdo especial para los hermanos de la orden de San Juan de Dios que perdieron su vida luchando contra el ébola y arrancó los aplausos del teatro cuando, dirigiéndo­se a Padura, recalcó que “los españoles llevamos a Cuba en el corazón”. En las butacas, entre otros, se encontraba­n el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. El Gobierno estuvo representa­do por los ministros de Fomento, Ana Pastar, y de Cultura, Iñigo Méndez de Vigo. A ellos, al resto de invitados y los que le estaban viendo u oyendo, emplazó el Rey a ser “unos dignísimos invitados de la vida”.

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ANDER GILLENEA / AFP
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JOSÉ LUIS CEREIJIDO / EFE de Oviedo. Los momentos emotivos los protagoniz­aron el escritor Leonardo Padura y la niña discapacit­ada Marina Miranda, de San Juan de Dios

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