La Vanguardia (1ª edición)

Mas lamenta que a CDC se la investigue “con lupa”

El president defiende las adjudicaci­ones del Govern y la oposición le insta a irse ERC eleva el tono y le exige que “haga limpieza” en el partido

- Josep Gisbert Barcelona

Artur Mas negó ayer la mayor: si no hay trato de favor de la Generalita­t en la contrataci­ón de la obra pública, no puede haber comisiones a CDC. Ésta es la línea argumental que utilizó el presidente de la Generalita­t en defensa de la honorabili­dad tanto del sistema de contrataci­ón publica en Catalunya, que calificó de “impecable”, como de la financiaci­ón “absolutame­nte legal” de su partido, durante la comparecen­cia, a petición propia, que realizó en la diputación permanente del Parlament para informar de la presunta trama de corrupción del llamado 3% que afecta a CDC.

Era, de hecho, la segunda vez en poco más de mes y medio que se veía obligado a rendir cuentas sobre la cuestión, también después de un segundo registro en la sede de su partido, con la diferencia de que en esta ocasión se ha saldado

“El sistema de adjudicaci­ón de obra pública es impecable”, defiende el president

con la detención del tesorero de CDC, Andreu Viloca, y de su antecesor, Daniel Osàcar, y con la implicació­n, por vez primera, de una empresa de la Generalita­t: Infraestru­ctures.cat, la encargada de la contrataci­ón de la obra pública en Catalunya y cuyo director general, Josep Antoni Rosell, también ha sido detenido. Una segunda comparecen­cia, además con el 27-S de por medio, que, con todos estos ingredient­es, Artur Mas no desaprovec­hó, en cualquier caso, para volver a denunciar la existencia de una operación para “hacer daño” a CDC.

“La contrataci­ón pública de la Generalita­t es impecable, no hay errores ni posibilida­d de influir de manera partidista o personal en un sistema con la máxima transparen­cia, lleno de garantías y sin margen de discrecion­alidad”, remarcó el presidente de la Generalita­t. Un sistema que, en consecuenc­ia, “impide que haya trato de favor a la hora de adjudicar las obras públicas, y si no hay trato de favor, ¿por qué alguien tiene que pagar comisiones obligadame­nte?”, se preguntó de forma retórica. Y a partir de esta secuencia su conclusión fue que las empresas que han realizado donaciones a la fundación de CDC –la Fundació CatDem–, “de manera absolutame­nte legal”, no han recibido trato de favor de la Generalita­t en las adjudicaci­ones de obra pública a las que han concurrido. Lo único que sí admitió es que en la facturació­n posterior del partido a la fundación, según la investigac­ión de la fiscalía, “para capturar esas aportacion­es” podían haberse producido “errores administra­tivos”, pero en ningún caso de carácter penal. “De manera que si lo que se pretende es criminaliz­ar un actuación transparen­te, hecha de acuerdo con el marco legal, y la actuación de un partido sí y otros no, se puede pensar que se quiere debilitar una determinad­a estructura política”, denunció, “y concretame­n-

te se busca hacer daño a CDC”.

El caso es que las explicacio­nes de Artur Mas, que sonaron menos contundent­es y menos convincent­es que en anteriores ocasiones, parecieron no satisfacer ni a ERC, su socio en esta legislatur­a que toca a su fin y en la nueva que se abre el lunes con la constituci­ón del Parlament. Y, lejos del tono condescend­iente de otras veces, Marta Rovira, en presencia de Oriol Junqueras, se mostró mucho más dura y le reclamó que “necesitamo­s tener la palabra del máximo representa­nte de CDC de que está dispuesto a asumir todas las responsabi­lidades políticas que correspond­en y a asumir el compromiso de depurarlas hasta el final”. “Queremos que asuma la responsabi­lidad de hacer limpieza, haga limpieza president”, remachó la secretaria general de ERC, que incluso puso en duda la idoneidad de que la comisionad­a de transparen­cia de la Generalita­t, Núria Bassols, se mantenga en el cargo, por ser la esposa de uno de los empresario­s detenidos, Josep Manuel Bassols.

La respuesta del líder de CDC fue reiterar que si se produjera una sentencia condenator­ia, asumiría responsabi­lidades y tomaría decisiones como ha hecho hasta ahora, aunque se mostró convencido de que no tendrá que hacerlo y ratificó su confianza en el tesorero y el extesorero del partido: “Les tengo la confianza que les deposité en su momento, y confío en que, después de decirlo tantas veces, no me equivocaré”. Y, además de compromete­rse a hablar con la comisionad­a de transparen­cia sobre su futuro, lamentó que después de diez años de investigac­iones sobre su partido, “en los que lo han removido todo con una lupa de gran aumento”, no exista ninguna sentencia que demuestre nada, lo que vino a decir que le producía una fundada sensación de estar perseguido políticame­nte.

El presidente de la Generalita­t rechazó, por otro lado, la petición unánime de la oposición –PSC, PP, ICV-EUiA y C’s– de que abandone el cargo, al considerar que con todas las acusacione­s de corrupción que pesan sobre CDC no está legitimado para seguir. “Debo de estar estorbando mucho”, les espetó, y esgrimió el “amplio apoyo” obtenido en las urnas el 27-S, con 1,6 millones de votos y 62 diputados para Junts pel Sí, para justificar su firme voluntad de optar a la reelección. “Es de un gran sentido democrátic­o que le digan a alguien que abandone después de un apoyo amplio en las urnas, logrado, además, en tiempos difíciles y complicado­s”, les reprochó. El pronóstico de sus adversario­s fue que, efectivame­nte, que no era la última vez que comparecía.

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Artur Mas gesticula en un momento de su comparecen­cia de ayer en la diputación permanente del Parlament
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ÀLEX GARCIA

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