La casa por el tejado
MIENTRAS la policía trajinaba en la sede de CDC, se anunciaba un principio de acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP para hacer una declaración rupturista en el Parlament. Es indudable que en la filtración había voluntad de contraprogramación: al mal tiempo, buena cara, y ante la complicación judicial, simplificación política. Todo parece un cierto despropósito, es como una partida en un tablero donde unos juegan a damas y otros a ajedrez. El resultado nunca es una victoria de unos sobre otros, el final es simplemente la confusión. O el lío, que le gusta decir a Rajoy.
El calendario político está tan saturado de elecciones, de hojas de ruta y de fechas históricas, que cualquier cosa que ocurre es un obstáculo para algo. La operación judicial del juez de El Vendrell ha llegado en un momento político complicado, cuando todos los momentos son complicados. A la negociación imposible entre Junts pel Sí y la CUP, sólo le faltaba una investigación en CDC, en la que se ha detenido a los dos últimos tesoreros y un alto cargo, acusados de la financiación irregular del partido. La noticia ha cogido a sus líderes arremangados y sin corbata para convencer a los anticapitalistas en camiseta de que deben darles su apoyo. Sólo faltaba este nubarrón a la borrasca. ERC, que es pareja de conveniencia más que de convencimiento de CDC, está callada, pero los republicanos empiezan a pensar en fórmulas imaginativas para ir menos juntos a las próximas generales.
En este contexto, sabiendo que difícilmente la CUP dará luz verde a la elección de Artur Mas como presidente a tenor de cómo van las negociaciones, y conociendo que todos empiezan a temer que vamos a unas nuevas elecciones autonómicas en marzo, hacer declaraciones rupturistas para proclamar “un Estado catalán independiente en forma de república” es empezar la casa por el tejado. O, si se prefiere, es un brindis al sol cuando da la sombra.