La Vanguardia (1ª edición)

Milos Zeman

PRESIDENTE DE CHEQUIA

- GLORIA MORENO BEATRIZ NAVARRO Barcelona / Bruselas

En plena crisis migratoria europea, la ONU ha lanzado una dura condena contra el trato degradante que la República Checa dispensa a los inmigrante­s y refugiados, niños incluidos, a los que detiene entre 40 y 90 días.

El ataque racista del jueves en la escuela de Trollhätta­n no ha hecho más que incrementa­r la tensión en Suecia, en medio del debate que provoca estos días la llegada masiva de refugiados. El país nórdico es uno de los que se han mostrado más abiertos y acogedores hacia los demandante­s de asilo desde que empezó la crisis. E incluso antes. Fue el primero, de hecho, que ya en el 2013 decidió conceder el permiso de residencia permanente y de manera automática a todos los ciudadanos sirios que llegaran a su territorio.

Desde entonces, el flujo no ha cesado y, en los últimos meses, se ha disparado. Según las nuevas previsione­s, Suecia cerrará este año con entre 140.000 y 190.000 solicitant­es de asilo, más del doble que la previsión anterior. Una situación que el propio Gobierno ya no considera sostenible y ante la que se ha visto obligado a lanzar una serie de medidas para tratar de limitar a la avalancha.

El Ejecutivo rojiverde, que gobierna en minoría, llegó ayer a un gran acuerdo con la oposición de derecha que, entre otras cosas, prevé sustituir los permisos de residencia permanente­s que hasta ahora recibía la inmensa mayoría de refugiados por otros temporales de hasta tres años. Asimismo, se agilizará la expulsión de los solicitant­es a los que se les haya denegado el asilo.

Pero, aparte de esto, el enfoque sueco sigue siendo más bien suave. De momento, se descarta imponer controles fronterizo­s, a diferencia de otros países europeos, mientras que los niños no acompañado­s, las familias con hijos y los refugiados que lleguen a través del sistema de cuotas de reparto europeo seguirán recibiendo un permiso de residencia permanente. Además, el plan se compromete a acelerar la tramitació­n de las solicitude­s de asilo, que en los últimos meses se han demorado más de lo deseado, provocando colas y estrés entre los solicitant­es.

Otro de los puntos fuertes es la aprobación de una ley que obligará a los municipios a acoger a los refugiados que se les asignen con arreglo a un sistema de cuotas. La finalidad es lograr un reparto más equitativo por todo el territorio y, en última instancia, mejorar la integració­n, evitando que la poblatúa ción inmigrante se concentre exclusivam­ente en ciertas zonas.

El nuevo sistema de reparto tendrá en cuenta la dimensión de la población, así como el paro y las posibilida­des del mercado laboral y la proporción de población extranjera que ya reside allí. A cambio, las administra­ciones locales recibirán de 10.000 millones de coronas suecas (unos 1.000 millones de euros) para ayudarles a afrontar la crisis.

El gran acuerdo no cuenta con el apoyo del Partido de Izquierda Socialista, que normalment­e ac- de aliado externo del Gobierno en el Parlamento, ni tampoco con el ultraderec­hista Demócratas de Suecia, directamen­te excluido de las conversaci­ones.

Tanto el Gobierno de centro-izquierda como los principale­s partidos liberales y conservado­res rechazan de lleno las posturas extremas de este partido, que suele ver en los inmigrante­s el origen de todos los males. Su discurso, sin embargo, cala cada vez más en ciertos sectores de la población. Según las últimas encuestas, hoy conseguirí­a el 20% de los votos, muy por encima del 13% que obtuvieron en las elecciones de hace justo un año.

No pocos ven en su discurso apocalípti­co sobre las amenazas que supuestame­nte traen consigo los refugiados una incitación a la intoleranc­ia y, en el peor de los casos, al racismo. El joven atacante del jueves había manifestad­o su simpatía por este partido. Mientras tanto, Europa sigue afrontando la crisis de los refugiados con muchas decisiones sobre el papel, pero pocas en la práctica. De los 160.000 demandante­s de asilo que los 28 países de la Unión Europea se comprometi­eron a acoger para aliviar la situación de Grecia e Italia, sólo se han repartido a 87 personas. “Las cifras no están a los niveles que nos gustaría”, admitió ayer el portavoz de la Comisión Europea, la institució­n que media entre los países de llegada y los de recepción para tratar de desatascar la situación en los puntos de llegada más frecuentes. Todos los beneficiar­ios (eritreos y sirios) han sido selecciona­dos por Italia; ninguno ha salido aún de Grecia, el otro país donde se ha puesto en marcha un hot spot europeo para tratar de agilizar el registro y proceso de solicitude­s de asilo. Varios países han notificado que están preparados para acoger a los primeros asilados y hay ya 854 plazas disponible­s (50 de ellas, en España, que se ha comprometi­do a acoger a casi 15.000 en dos años). “Lo importante, sin embargo, es que hay movimiento. Como en todo, lo más difícil es empezar”, apuntó el portavoz de la Comisión, que resaltó que el plan comunitari­o se adoptó hace solamente un mes.

De los 160.000 demandante­s de asilo que la UE se comprometi­ó a acoger, sólo se han repartido 87

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