La deuda, en mínimos
El bono español a dos años ofrece tipos negativos por primera vez
Por primera vez, el bono español a dos años cotizó en negativo durante la sesión de ayer, un dato que evidencia la buena salud de la deuda española, que como el resto de valores europeos se ha convertido en refugio, una condición que se ha visto respaldada por las últimas medidas del BCE.
El mercado de deuda de la eurozona siguió adelante en su proceso de relajación, justo el argumento al que se aferran un buen puñado de gobiernos, y entre ellos el Ejecutivo de Mariano Rajoy. En el caso español, el bono a dos años ofreció tipos negativos (del -0,020% a las nueve de la mañana) durante una parte de la sesión, algo que no había ocurrido nunca. Se trata de un síntoma de buena salud: un dato de estas características viene a decir que el inversor está dispuesto a comprar títulos del Tesoro a dos años. Y que lo hará, incluso, si tiene que pagar intereses por ello. Y eso sólo ocurre cuando un activo adquiere la categoría de refugio.
En realidad, buena parte de la eurozona es hoy territorio refugio. Y lo es desde cualquier perspectiva, se mire como se mire. Tanto en el caso de la renta variable (desde que se abrió el tercer trimestre, la mayoría de los mercados han registrado ascensos próximos a los dos dígitos; en el caso del Ibex, el ascenso ha sido del 3% en dos días), como en el de la renta fija. En España, están en negativo los títulos a tres, seis y doce meses, y ronda ese mismo estatus el periodo de dos años (pese a que tocó el -0,020% en el primer tramo de la semana, acabó en un +0,013%). Pero también hay tipos negativos en casi todos los países de la eurozona, empezando por Alemania (es así incluso en los títulos a cuatro años) y acabando en Finlandia (aquí, hasta los bonos a ocho años).
Las razones son de fondo, y han llegado para quedarse por una buena temporada. Mario Draghi anunció el jueves que el Banco Central Europeo (BCE), la entidad que él mismo preside, está en condiciones de intensificar este mismo año el programa de compra de deuda pública y privada (QE) que había activado el pasado marzo. Y ese mensaje, por sí solo, bastó para provocar el aplauso unánime de los inversores de la eurozona.
“Es cierto que ningún indicador conduce a un mayor apoyo no convencional”, dijo ayer Álex Fusté, economista jefe de Andbank. “Sin embargo, parece que Draghi está allanando el terreno para anunciar compras de activos más importantes en diciembre”.
En realidad, Draghi sólo ha enviado señales de humo: no ha especificado los términos de la ampliación del QE, y es improbable que concrete los números antes del próximo 3 de diciembre, que es cuando el consejo del BCE se reúne de nuevo. Sin embargo, el consenso de expertos ya baraja cifras. Se habla de un “manguerazo” de 80.000 millones de euros mensuales (frente a los 60.000 millones actuales), y de que esa inyección podría prolongarse hasta marzo del 2017, seis meses después de la finalización del programa actual, que hipotéticamente vence en septiembre.
“La guinda del pastel la puso China ayer, al aplicar otra bajada de intereses en un intento descontrolado por calentar aún más su crecimiento”, añadió Javier Urones, analista de XTB. Fue la sexta rebaja de tipos en Pekín y Shanghai en lo que llevamos de año, pero eso al mercado le trae sin cuidado: más bien, le parece de maravilla.
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