Cara de ángel, corazón negro
El asesino de la escuela de Trollhättan eligió a sus víctimas por el color de su piel
Un corazón negro detrás de una cara de ángel. Así era Anton Lundin-Pettersson, el joven de 21 años que dio rienda suelta a todo su odio hacia los extranjeros el jueves en una escuela de un barrio deprimido de la ciudad sueca de Trollhättan, cerca de Göteborg, matando a un profesor y un alumno e hiriendo a otras dos personas. El móvil racista se le suponía, habida cuenta de su simpatía hacia la extrema derecha. Pero la investigación de la policía lo confirmó ayer plenamente.
En el domicilio del asesino, que murió a tiros de la policía, los investigadores encontraron una carta de despedida en la que anunciaba su suicidio y expresaba su intención de atacar a los “extranjeros”. “Suecia no debería aceptar tantos inmigrantes”, añadía, haciendo suyas las tesis del partido de ultraderecha Demócratas de Suecia, que ha hecho bandera de la lucha contra la inmigración y con el que el atacante había expresado su acuerdo a través de las redes sociales.
El comportamiento de Lundin-Pettersson al llegar al centro escolar Kronan –un establecimiento problemático y con un elevado índice de fracaso escolar, y en el que la mayor parte de los alumnos son inmigrantes, muchos de ellos acabados de llegar al país– no dejó espacio para las dudas sobre su móvil y objetivos, puesto que eligió a sus víctimas por el color de su piel, según han corroborado diversos testigos presenciales. No lo hizo al azar.
El joven acudió al centro disfrazado, con una indumentaria que recordaba vagamente al siniestro personaje de Darth Vader en la serie cinematográfica de La guerra de las galaxias. Vestido completamente de negro, con capa incluida, en la cabeza llevaba un casco negro similar al de los soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y ocultaba el rostro bajo una inquietante máscara. Iba armado con una espada y con un afilado cuchillo.
Al principio, los alumnos no dieron demasiada importancia a su presencia en el centro. Por el contrario, algunos creyeron que se trataba de una broma relacionada con la proximidad de Halloween. Algunos incluso se fotografiaron junto al asesino con sus teléfonos móviles. Pero la broma enseguida se trocó en tragedia. El joven empezó a deambular por los pasillos en busca de sus víctimas:
El profesor ayudante Lavin Eskandar, de 20 años, murió tratando de proteger a sus alumnos
“Aquellos de piel oscura fueron atacados, los de piel blanca con que se encontró, no”, explicó al diario Aftonbladet el inspector Thord Heraldsson.
Bajo su espada murieron un estudiante de 15 años, Ahmed Hassan, de origen somalí, que había llegado a Suecia en el 2012 junto a sus padres y siete hermanos huyendo de la guerra en su país, y un profesor ayudante, Lavin Eskandar, de veinte años, sueco de origen iraní, que fue muerto en el acto mientras trataba de enfrentarse al atacante para proteger a sus alumnos. “Era el hombre más bueno que yo haya conocido, se comportó como un héroe”, declaró su hermano al diario The Expressen. Los otros dos heridos, otro profesor de 41 años y un alumno sirio de 15 años, llegado al país hace tan sólo nueve meses, se encuentran hospitalizados, ambos en estado grave pero estable.
Lo poco que se sabe del carácter y la personalidad de Anton Lundin-Pettersson, que no estaba fichado por la policía, guarda una gran similitud con el perfil de
otros asesinos de este tipo. Se trataba de un joven más bien solitario, que pasaba mucho tiempo encerrado en su casa escuchando hard-rock, jugando a juegos de vídeo y deambulando en internet por sitios web de extrema derecha. Entre sus aficiones estaba la de difundir vídeos que glorificaban a la Alemania nazi.
Introvertido y raro, pero nada más, a ojos de sus vecinos y de quienes en un momento u otro lo trataron. Amable y educado, naturalmente, como lo suelen ser todos los asesinos hasta el instante antes de descargar su violencia. “Era muy tranquilo, muy discreto. Si lo que cuentan es verdad, es un verdadero shock para mí, no puedo creerlo”, comentaba al mismo diario, The Expressen ,un antiguo compañero de trabajo con el que había realizado un periodo de prácticas en una empresa de la ciudad tiempo atrás.
El ataque xenófobo y racista de Lundin-Pettersson ha causado una honda conmoción en Suecia, donde no se recordaba un crimen semejante desde 1961. El hecho se produce además en un momento especialmente tenso a causa de la crisis de los refugiados, que huyendo principalmente de Siria y de Afganistán atraviesan Europa por decenas de miles para llegar hasta Alemania y Suecia, los dos países europeos donde es a priori más fácil obtener el asilo. En este caldo de cultivo, ha prosperado el partido de extrema derecha y xenófobo Demócratas de Suecia, que en las últimas elecciones generales, en septiembre, obtuvo cerca del 13% de los votos. No es un fenómeno aislado. En otros países, los grupos antiinmigración registran una clara tendencia al alza.
También la violencia. En lo que va de año, en Suecia han sufrido incendios intencionados 14 centros que estaban siendo condicionados para acoger a refugiados, tres de ellos en la última semana. La tensión se palpa y ayer la policía fue alertada en Göteborg por la presencia en un tranvía de un hombre disfrazado con una máscara de gas y lo que parecía una arma de fuego. Una falsa alarma.
El incendio de centros de refugiados también se está produciendo en el otro gran país de acogida, Alemania, donde la crisis migratoria ha revitalizado al movimiento racista Pegida. El pasado sábado, la hoy alcaldesa y entonces todavía candidata a la alcaldía de Colonia, Henriette Reker, fue apuñalada por un simpatizante neonazi justamente por su apoyo a los refugiados.