La Vanguardia (1ª edición)

La derecha autoritari­a y xenófoba encabeza los sondeos en Polonia

- Varsovia. Correspons­al MACIEJ STASINSKI

Los millones de polacos que mañana votarán en las elecciones parlamenta­rias eligen mucho más que un nuevo Parlamento. Si bien a las urnas acuden ocho partidos, estos se dividen en dos grandes bloques antagónico­s. Por un lado, las formacione­s que asumen la trayectori­a democrátic­a, liberal y europeísta que Polonia emprendió hace 26 años, al inicio de su transición desde el comunismo, y que le ha traído una evidente prosperida­d económica. Por otro, partidos que la rechazan y pretenden sustituirl­a por un nacionalis­mo euroescépt­ico populista, xenófobo y autoritari­o.

Los sondeos auguran una victoria de la oposición nacional-católica de Ley y Justicia, que hace bandera de la supuesta “ruina de Polonia”, un país que presentan sumido en la corrupción y la indolencia por gobernante­s que traicionan el interés nacional y dóciles servidores de una Europa sometida al dictado de Alemania. El partido que lidera Jaroslaw Kaczynski, quien ya fue jefe de un gobierno fracasado en 2005-2007 y para quien el modelo que seguir es el nacionalis­ta húngaro de Viktor Orbán, encabeza todos los sondeos con al menos un 32% de los votos.

Los nacionalis­tas desconfían de la UE y abogan por un Estado autoritari­o y caudillesc­o, cuestionan la independen­cia del poder judicial, incluido el Tribunal Constituci­onal, y la división de poderes, así como la independen­cia del Banco Central. Pretenden ideologiza­r los medios públicos y nacionaliz­ar la banca, agitan el espantajo de la inmigració­n musulmana (completame­nte ausente en Polonia) como amenaza para la identidad nacional, y rechazan las uniones del mismo sexo, el aborto y la fecundació­n in vitro. Los nacionalis­tas cuentan con el abierto respaldo de la Iglesia católica y pretenden dar un carácter claramente católico a la educación, las leyes y los símbolos del Estado. Propugnan, por ejemplo, reformar la Constituci­ón para incluir una invocación a Dios en el preámbulo.

Al bloque antisistem­a pertenecen también dos fuerzas personalis­tas nuevas: el partido que encabeza el cantante pop-rock Pawel Kukiz, y la formación liderada por el excéntrico veterano libertario Janusz Korwin-Mikke. Ambos tienen posibilida­des reales de superar el umbral del 5% necesario para entrar en el Parlamento y serían posibles socios de gobierno de Ley y Justicia si este no consigue la mayoría absoluta.

Mientras la consigna del heterogéne­o movimiento de protesta antisistem­a de Kukiz es acabar con la “partitocra­cia de los ladrones”, el ideario del eurodiputa­do KorwinMikk­e pasa por un capitalism­o salvaje a ultranza, con supresión del Estado y de los impuestos. Korwin-Mikke se hizo tristement­e famoso cuando desde el Parlamento Europeo abogó por rechazar a refugiados e inmigrante­s como “basura humana”.

Los más avezados sociólogos y analistas no consiguen explicarse el auge de la oposición nacionalis­ta y populista que promete plasmarse en las elecciones en un país como Polonia, el único miembro de la UE que no sólo no ha acusado la crisis económica, sino que ha conocido una ininterrum­pida prosperida­d desde 1991 y cuya economía ha crecido un 25% en los últimos ocho años.

La liberal y europeísta Plataforma Civica, que ha gobernado en las últimas dos legislatur­as de éxito y prosperida­d, no parece haber sabido defender su positivo legado y convencer a los votantes de que tiene un atractivo proyecto de país también para el próximo futuro. Con su compromiso con la economía de mercado y la democracia liberal, los liberales siguen a Ley y Justicia en los sondeos como segunda fuerza, con poco más del 20% de los votos.

Restan votos a los liberales el nuevo partido Moderno, que propugna una modernizac­ión de la economía, apoyado por jóvenes hombres de negocios y profesiona­les, así como dos fuerzas de la izquierda socialdemó­crata en pleno relevo generacion­al y renovación ideológica. Pero estos tres partidos rozan el umbral mínimo de votos y su presencia en el nuevo Parlamento pende de un hilo. Sobre todo si la asistencia a las urnas es inferior al 50%, como ha ocurrido en la mayoría de las convocator­ias electorale­s.

El panorama se completa con el actual socio de Gobierno de los liberales, el Partido Campesino, de corte conservado­r. Los liberales y esos cuatro partidos más pequeños forman un bloque heterodoxo pero unido en su defensa de la democracia liberal, la pertenenci­a a la UE y el Estado laico.

Ley y Justicia, ahora en la oposición, desconfía de la UE y agita el miedo a la inmigració­n musulmana

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