¿Antieuropeísmo?
Hace años que ha quedado claro que una Catalunya fuera de la Unión Europea no tendría sentido como el propio president Artur Mas ha recordado en varias ocasiones, como tampoco tendría sentido quedar fuera de las Naciones Unidas de cuya fundación celebramos hoy el 70 aniversario.
Antes del las elecciones autonómicas (¿plebiscitarias?) del 27 de septiembre fue ganando terreno la opción ya apuntada como posible por el Consell Assessor per a la Transició Nacional de que si Catalunya se separaba del resto de España ya no formaría parte de la Unión Europea y que si quería seguir en ella, debería solicitar el ingreso y esperar una muy problemática admisión superando vetos y cumpliendo una difícil y larga negociación.
Pero ahora resulta, para agravar la situación de una futura vinculación a la UE, que en las negociaciones para la formación de un nuevo gobierno de la Generalitat la lista de Junts pel Sí necesita del respaldo de la CUP para hacer avanzar el proceso y tanto si este se da con la aceptación o no de la presidencia de Artur Mas. Pero lo más grave ahora, respecto a que una Catalunya independiente pudiera estar en la UE, es que el programa de la CUP no la quiere y, además, no es compatible con la normativa socialdemócrata que preside la integración europea.
Hace unos días participé en un debate de TVE sobre las elecciones y en el viaje a Madrid tuve ocasión de dialogar extensamente con el inteligente responsable de las cuestiones económicas de la CUP Josep Manel Busqueta, que también participaba en el debate. Mi conclusión, tras este diálogo y tras haber leído el programa socioeconómico de la CUP, es que no es posible pensar en que una Catalunya independiente con el respaldo programático de la CUP pudiera estar en la UE, pues la UE tiene sus reglas de funcionamiento de respeto a la propiedad privada y a la economía de mercado y en ellas no caben ideas como la nacionalización de la banca, el impago de la deuda, la autogestión de sectores estratégicos, la colectivización, la expropiación sin compensación o el anticapitalismo radical.
Con la batalla para conseguir el apoyo de la CUP, el independentismo catalán está entrando en la aceptación de ideas que suponen la autoexclusión de participar en la Unión Europea y en la zona euro en flagrante contradicción con los mensajes que hasta hace poco había defendido el catalanismo aún en sus versiones nacionalistas más radicales.
Confiemos en que, al final, el tradicional “europeísmo” catalán se imponga sobre los cantos de sirena de quienes no quieren oír lo que dicen los líderes europeos respecto a que quedaríamos excluidos de la UE si Catalunya se separara de España y sobre posibles arreglos postelectorales al 27-S que nos automarginen directamente de la UE al no estar en línea con el “acervo comunitario” que debe aceptar quien quiera formar parte del proyecto europeo.
No es posible que una Catalunya independiente con el programa de la CUP esté en la UE