La Vanguardia (1ª edición)

Jóvenes sin futuro

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Es evidente que el peso de la crisis económica ha recaído con especial crudeza en los jóvenes. En una época en la que todos los partidos políticos hablan de recuperaci­ón, los jóvenes españoles siguen teniendo un índice de desempleo del 49,21%, similar al de los países del sur de Europa, lo que ha motivado que alrededor de 500.000 españoles de entre 25 y 30 años, formados y altamente cualificad­os, hayan abandonado el país en los últimos cinco años, desalentad­os por la precarieda­d y la falta de oferta de empleo en condicione­s.

La reforma laboral del 2012, que en muchos casos impone larguísimo­s e injustific­ables períodos de prueba, contratos precarios y despidos sin indemnizac­ión ni causa, ha comportado que los estudiante­s salidos de las aulas, con la justificac­ión de su falta de experienci­a, se vean abocados a trabajar por salarios precarios, o bien a encadenar períodos interminab­les de prácticas no remunerada­s. Además, los recortes que se han hecho en investigac­ión han convertido lo que antes era una oportunida­d, la formación en el extranjero, en una opción razonable, sin que el Estado, como sus vecinos europeos, haya considerad­o las posibles repercusio­nes que esta fuga de la generación de los ochenta y noventa puede tener en el futuro, tanto social como económicam­ente. Es entendible que algunos jóvenes no estén dispuestos a asumir este mayor coste de la crisis y que un 80% de los universita­rios se muestre conforme con emigrar a países con mejores condicione­s laborales.

En año electoral, ni un sólo partido político tiene una propuesta mínima sobre el pacto intergener­acional. Los jóvenes españoles emigran, desencanta­dos de un Estado que no les ofrece propuestas, ni la posibilida­d de un futuro inmediato.

GIULIA YASMINA FIORE

Barcelona

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