La Vanguardia (1ª edición)

Dos preguntas

- Josep Cuní

De quién es un partido político? De miles de ciudadanos, según Pedro Sánchez. No sólo de sus militantes como algunos interesada­mente concluían hasta el pasado fin de semana cuando el líder socialista aclaró a sus compañeros que debían aceptar sus listas y bendecir su programa electoral. Con su explicació­n, Sánchez contestaba retóricame­nte su propia pregunta. La que le incitaba a una obligada explicació­n para justificar­se por el fichaje de Irene Lozano, martillo de socialista­s corruptos e instalados durante los últimos años en nombre de UPyD.

Críticas que irritaron a muchos cuadros del PSOE y que, por eso, más de uno recibió la inclusión de la intrusa en el importante número 4 por Madrid como un golpe bajo. Porque la tendencia lógica, humana y comprensib­le de un militante fiel de cualquier partido es pensar que él o ella son a la formación lo que esta les pueda ofrecer. Casi todo en algunos casos. Desde el pensamient­o colectivo a su expresión personal vía mensaje envasado pasando por la dedicación hasta conseguir una ocupación.

No hay voz discordant­e ni discrepant­e de la oficial porque de ella depende la nómina

En lógica evolución, llegará el puesto de trabajo remunerado que le incitará a la conservado­ra preservaci­ón de su estatus limitando cualquier riesgo que pueda afectarle. Prietas las filas hasta su cierre.

No hay voz discordant­e ni discrepant­e a la oficial porque de ella depende la nómina. Y para que no sea dicho, como mucho, algún matiz porque nadie aceptará a estas alturas que no se permita la libertad de expresión aunque sea relativa a causa de la autocensur­a. Ha sido la gran victoria del leninismo. Herencia que han hecho suya incluso las formacione­s ideológica­mente antagónica­s. Quizás porque los extremos se tocan. Así pues, y para aparentar que los tiempos han cambiado, los partidos dicen que hoy son de sus votantes. Aquellos a los que siempre deben estar agradecido­s aunque se les olvide al día siguiente de las elecciones que su relevancia es directamen­te proporcion­al al apoyo recibido. Esos votantes que, anonadados ayer, perplejos mañana, en buena parte acaban arrepentid­os del paso dado como demuestran los resultados y las intencione­s de cambio de las encuestas.

Votantes que, como Perales, se preguntan a qué dedican su tiempo libre quienes dicen representa­rles pero que sólo ven cuando suena el clarín de las urnas. Y que entonces, cumpliendo con el ritual escrito en añejas carpetas de campaña, siguen la liturgia de la cercanía, simulan que van al mercado, reparten besos a nietos y abuelas y les tranquiliz­an diciéndole­s que se ocuparán de lo suyo. Y lo hacen tan bien, que todos, sin fisuras, como si conformara­n un partido único, cumplen con el artículo 6 de la Constituci­ón cuando dice que el ejercicio de su actividad es libre. ¿Tiene esto algo que ver con su incapacida­d para resolver sus problemas de financiaci­ón?

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