Porto y Basterra acaban el juicio en silencio y sin inculparse
Los abogados de los padres dicen que a Asunta la mató un tercero
En silencio. Así acabaron ayer Alfonso Basterra y Rosario Porto en la última vista del juicio por el asesinato de su hija Asunta, por el que se enfrentan a una pena de entre 18 y 20 años de cárcel para cada uno. Ninguno de los dos acusados quiso ejercer su derecho a dirigirse al jurado popular que a partir del lunes comenzará a deliberar. Antes sus respectivos abogados proclamaron que no hay pruebas e insistieron en que a la niña la mató una tercera persona. “Hay alguien ahí, fuera, suelto”, señaló José Luis Gutiérrez Aranguren, letrado de Porto, mientras Belén Hospido, defensora de Basterra, afirmaba que en caso de salir de prisión su cliente pretende investigar la muerte de su hija.
Tras las conclusiones presentadas el jueves por la fiscalía y la acusación popular, la jornada de ayer, dedicada a la defensas, sirvió para confirmar de nuevo la unidad de acción de los dos exesposos, esta vez a través de sus abogados, pues los dos rehusaron hablar. Ella se limitó a negar y él contestó con un “nada que decir”. Durante la sesión Porto mantuvo su actitud atormentada, entre llantos y contorsiones, mientras que Basterra exhibía la imagen más relajada que adoptó después de recibir un apercibimiento del juez en las primeras sesiones del juicio que empezó el pasado 30 de septiembre.
El alegato de la defensas tuvo otros nexos comunes, como el de convertirse en una suerte de acusación conjunta contra el polémico instructor del caso, Vázquez Taín, el mediático juez que publicó una novela en la que fabulaba la desaparición de una adolescente. Hospido sostuvo que la investigación “no fue estricta ni rigurosa” y que Taín imputó a Basterra porque de lo contrario “no le cuadraban las cuentas”. Por su parte, Aranguren señaló que Porto está acusada fruto de un “error de bulto inicial”, que llevó a centrar todos los focos en los padres y desechar opciones alternativas. Citó fallos de otras instrucciones, como el del caso Wanninkhof, en el que fue condenada una inocente, la gallega Dolores Vázquez.
Ambos defensores incidieron en la contradicción de que las acusaciones señalen a sus clientes como personas cultas, preparadas e inteligentes, al ser ella una abogada y él un periodista, pero después les atribuyan comportamientos de asesinos muy chapuceros, con un móvil que los letrados estiman como inexplicable, pues rechazan la teoría de que a los padres les sobraba la niña . “Estamos, y me van a permitir la licencia, hablando de alguien que raya la subnormalidad”, ironizó Aranguren para asombrarse de que se diga que Porto “va radiando a los cuatro vientos que tiene a una niña drogada, que lleva a clase en unas condiciones lamentables; la mata, la ata, la deja en un sitio para que se la vea, además la desata y limpia las cuerdas”. Asimismo, justificó las contradicciones en el testimonio de la madre por las lagunas que le provocaba su depresión y por su estado de shock tras la muerte de Asunta.
Por su parte, la abogada de Basterra modificó la versión que dio su cliente en el interrogatorio ante el jurado sobre una de los mayores evidencias contra él, el haber hecho compras masivas de Orfidal, la droga con la que fue sedada Asunta el día del crimen y con anterioridad. Basterra dijo que le habían robado una caja de la bolsa del supermercado. Pero ayer su letrada sostuvo que se le atribuye la adquisición de cuatro cajas y sólo fueron tres, con 125 comprimidos, que se corresponden con los 101 que según ella tomó Porto en verano y los 24 que le quedaban cuando ingresó en prisión, por lo que Basterra no pudo suministrarle más de 27 a Asunta el día del asesinato.
Los letrados de la defensa acusan al juez instructor de haber manipulado el caso contra los padres