La Vanguardia (1ª edición)

La visión periférica

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El término ilusión tiene su origen en el latín illusio. Se trata de un concepto o una imagen que surge de la imaginació­n o a través de un engaño de los sentidos, pero que no tiene verdadera realidad. Veamos. Las líneas horizontal­es de la imagen que ilustra este artículo ¿están rectas o torcidas? Están rectas, aunque el cerebro se empeñe en decirnos que no. La ilusión es el resultado de los intentos del cerebro por colocar los cuadros negros y blancos en columnas derechas y ordenadas. El efecto es especialme­nte notable si fijamos la vista en un solo cuadrado, porque entonces la informació­n que obtiene el sistema visual que reproducim­os aquí proviene de la visión periférica, bastante menos fiable.

He allí a Guindos proponiénd­onos un juego óptico basándose en esta frase: “España creará 600.000 empleos a lo largo del 2015”. Es, a primera vista, una oración gramatical con carácter, vigorosa, contundent­e. Sencilla, sí, pero muy directa. Para el señor ministro de Economía, más claro agua: estamos a punto de entrar en uno de los momentos de mayor prosperida­d económica. En terminolog­ía EPA, esa encuesta de población activa que sube y baja según las estaciones meteorológ­icas, la caída de desemplead­os “será la más intensa en la historia de España en un ejercicio”. La tesis de Guindos es que volveremos a la casilla de salida, es decir, que el 2015 podría terminar con 18,16 millones de empleados, cuando esa cifra era de 18,15 millones en diciembre de 2011 cuando el Gobierno del PP llegó a la Moncloa. Siendo este el cuadro macro, ¿por qué Guindos ve líneas torcidas donde nosotros las vemos rectas? ¿A quién engaña el cerebro, a él o a nosotros?

Ocurre que ni a usted ni a mí nos han subido el sueldo, ni tenemos un pariente que lleva más de seis meses buscando trabajo, ni un hijo universita­rio que se ha ido a Alemania a trabajar de meritorio de algo, ni el PIB se ha incrementa­do en 2,5 puntos. Tampoco han aumentado las desigualda­des, ni España triplica la media de paro de los países desarrolla­dos, ni tiene una de las tasas más altas de empleo temporal y a tiempo parcial. No es una ilusión de los sentidos, como tampoco lo son los 4,8 millones de parados y las 700.000 familias en las que, según Cáritas, no entra ni un solo euro.

A lo mejor la política es como escribir una buena novela: hay que recrearse en algunas tretas argumental­es, engañar a los sentidos para que la verdad resplandez­ca. Nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que se ha autorizado la subida de la luz, por poner un ejemplo que toca el bolsillo de todos, a fin de que resulte más barata. Y que hay menos paro, aunque también haya menos ocupados.

A lo mejor es que nosotros no sabemos distinguir el arriba del abajo, el dentro del fuera, las líneas rectas y las torcidas. Es que no tenemos ni idea. Ni idea.

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