Víctimas de dos locuras
El Espanyol cae con estrépito ante un Rayo ultraofensivo y un arbitraje desfavorable
Había advertido Sergio González que, como en el Villamarín hace menos de una semana, la clave del partido de ayer en Vallecas pasaba por saber interpretar cada momento del partido y, sobre todo, por competir. Y eso fue, precisamente, lo que ayer hizo el Rayo ante su afición para resarcirse de la goleada que había recibido en el Camp Nou, a costa de un Espanyol que volvió a ser la sombra de lo que fue ante el Betis para sucumbir con la colaboración de un árbitro que pitó el inexistente penalti con el que los locales abrieron el marcador y que dejó al Espanyol con 10 cuando trataba de escapar de la trampa que tendió Paco Jémez.
Alineó Sergio al mismo equipo que goleó al Betis hacía menos de una semana, aunque el partido de ayer poco tuvo que ver con el del Villamarín, por el planteamiento conservador de Pepe Mel como por el ataque a discreción que ordenó anoche Jémez. Suicida del balón o visionario del fútbol de ataque, el técnico local recuperó a Tito en el lateral de la defensa para que jugase de extremo derecho y a Baena en la medular para que el extramotivado ex del Espanyol ayudase a dislocar del todo el partido.
Había dicho el míster españolista que su equipo debía saber sufrir “esos 10 minutos” en los que le tocase defender y subir decididamente al ataque en cuanto tuviese ocasión, aunque la realidad fue que en Vallecas el Espanyol se vio obligado a defender y a sufrir a lo largo de todo un partido en el que el Rayo ni siquiera le hizo ascos a los balones en largo, una buena estrategia más que para llegar con claridad al área de Pau, para mantener a los españolistas atrás.
Esa era la idea de Jémez, que el Espanyol se viese forzado a juntar líneas. Eso obligó a Marco Asensio a bajar a buscar balones y a tenerlos poco y en la zona menos peligrosa para el Rayo. Mientras Hernán Pérez y sobre todo Víctor Álvarez se reconvertían en colaboradores necesarios de Fuentes y Arbilla para olvidarse por completo del juego ofensivo. Aún con el marcador a cero, el técnico local ya había conseguido el primero de sus objetivos: hacer de Caicedo y Asensio actores secundarios.
El Rayo avisó ya en el minuto 9, cuando Álvaro acertó a despejar por encima del larguero de Pau un pase de la muerte de Ebi a Javi Guerra. La réplica la puso Víctor Álvarez, que cabeceó en el área pequeña un balón pasado de Asensio en el 12. Pero el canterano no pudo reeditar el gol que abrió el marcador en Sevilla, ya que Toño estuvo al quite.
Fue la única acción peligrosa del Espanyol en esos primeros 45 minutos, ya que lo que vino después fue una exhibición del juego tan ofensivo como descontrolado del Rayo. Javi Guerra en un remate de espuela tras burlar el fuera de juego y Ebi con un remate al palo izquierdo de Pau pudieron abrir el marcador, pero lo hizo Trashorras desde los 11 metros en el 34 después de que Prieto Iglesias viese –sólo él– un penalti de Roco sobre Javi Guerra. Hasta la grada guardó silencio en lugar de protestar antes de celebrar el regalo del colegiado navarro.
Así acabó ese primer periodo y justo así empezó el segundo, con intercambio de ocasiones. Jozabed y Víctor Sánchez primero con sendos disparos exteriores en el 47 y 49 y Lass con un balón suelto que
ANULADOS Obligando al Espanyol a jugar atrasado, el Rayo consiguió aislar a Marco Asensio y a Caicedo
Álvaro sacó bajo palos en el 52. Antes de que el Rayo volviese a hacerse con ese control descontrolado y de que otra decisión arbitral –la segunda amarilla a Víctor Sánchez– volviese a condicionar el partido cuando el Espanyol trataba de escapar de la trampa de Jémez. La sentencia la puso Javi Guerra con un doblete en apenas dos minutos y la traca final Toño, al detener un penalti lanzado por Burgui.