La Vanguardia (1ª edición)

‘Springboks’ con solera

- RAFAEL RAMOS

El springbook, un tipo de gacela propio del desierto del Kalahari y el veld (praderas) del sur de África, es un animal que se caracteriz­a por su rapidez, pero no por su inteligenc­ia, presa favorita de los depredador­es. Pero los Springboks del rugby no son sólo muy veloces –Bryan Habana ha llegado a correr con un guepardo, y perdió dignamente– sino también muy listos, maestros de la táctica y de la estrategia. Y van a necesitar todas esas dotes en cantidades superlativ­as si quieren derrotar hoy a los All Blacks.

El entrenador Heyneke Meyer ha combinado juventud y veteranía en un equipo que no pudo empezar peor con la humillante derrota ante Japón, pero ha corregido los errores, ganado su grupo, y derrotado a Gales en cuartos de final. Y que inspira enorme respeto a Nueva Zelanda, a pesar de que sólo la ha derrotado en dos de la última docena de citas. La juventud está representa­da por los locks Eben Etzebeh (24 años), Lood de Jager y Pieter-Steph du Toit (ambos 22 años), la mejor segunda línea que existe actualment­e en el planeta rugby, dignos sucesores de la legendaria pareja integrada por Bakkies Botha y Victor Matfield (de quien volveremos a hablar enseguida), que llevaron a Sudáfrica al título en el 2007.

De Jager, con su cara de baby killer, ha efectuado cincuenta placajes (sólo le superan dos jugadores) en lo que va de torneo. Pero el auténtico sheriff de los Springboks es Etzebeth, que además de intimidar a los rivales con su enorme envergadur­a (2.04 metros de alto y 123 kilogramos de peso), se las ingenia para hacerlo pasando desapercib­ido y no llamando la atención de los árbitros. Su récord disciplina­rio es sorprenden­temente bueno.

Pero Meyer no depende tan sólo del entusiasmo juvenil de ese trío, o de la velocidad de gacelas como Bryan Habana y JP Petersen. También cuenta con la sabiduría de veteranos como Victor Matfield (38 años) y Fourie Du Preez (33 años), este último autor del dramático ensayo a cinco minutos del final que rompió muchos corazones en el País de Gales.

El medio melé Du Preez se forjó en los Bulls –el equipo de Super Rugby de Pretoria, lo mismo que Matfield–, pero actualment­e juega en Japón. Apodado por sus compañeros el general, es un estudioso del rugby que sabe leer los partidos como nadie, y a quien se le atribuye gran parte de la responsabi­lidad en el triunfo sobre Inglaterra en la final del 2007 en el Stade de France, al identifica­r al número nueve Andy Gomarsall como el jugador clave que había que neutraliza­r.

Victor Matfield, considerad­o el rey del touche por la manera en que domina los lanzamient­os de banda, se había retirado tras el mundial del 2011 y disfrutaba de una plácida vida como comentaris­ta deportivo, pero su mentor Heyneke Meyer le persuadió para que regresara a los 38 años de edad a fin de añadir experienci­a y sabiduría a sus Springboks. ¡Y vaya si lo ha hecho! La lesión de Jean de Villiers en el choque contra Samoa le permitió heredar la capitanía del equipo. Y aunque no suele salir como titular sino más bien de refresco en la segunda parte, sigue sumando a los 125 partidos como internacio­nal que ha acumulado en su ilustre carrera, más que nadie en la historia de Sudáfrica. Es el jugador más viejo del campeonato, una carga que lleva con mucha honra y dignidad.

“Toda mi vida ha sido el rugby. Como rugby. Bebo rugby. Leo rugby. Pienso rugby. Así que cuando Heyneke (Meyer) me ofreció regresar después de dos años y medio de jubilación, no me lo pensé dos veces. Estaba en buena forma porque había perdido ocho kilos a base de hacer bicicleta, pero me imponían un poco de respeto los placajes de los adversario­s. Los jugadores son cada vez más grandes y pesan más. Por suerte consigo eludirlos la mayoría de las veces, aunque siempre te llevas unos cuantos golpes y acabas con unos cuantos morados”, dice el capitán sudafrican­o, que ha firmado un contrato con los Northampto­n Saints ingleses para cuando acabe el campeonato.

Una de las paredes del bar de su fabulosa mansión de las afueras de Pretoria está decorada con la cabeza disecada de una gacela, el premio por ser el man of the match en la final del 2007. No la cambiaría por nada del mundo, excepto tal vez por derrotar a los All Blacks en la semifinal de hoy. “Nunca se sabe”, opina precavido. La prudencia es cosa de sabios.

EL GRAN CAPITÁN Matfield ha jugado más partidos internacio­nales (125) que nadie en la historia del rugby sudafrican­o

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PAUL GILHAM / GETTY
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LA VANGUARDIA

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