CAOS Y COSMOS
Es Rowan Ricardo Philips (como me gusta decir su nombre en voz alta: el ritmo, lento al principio, se seca en el segundo nombre, y marca gol en el apellido) quien me contó la historia, rumor que recorre de boca en boca entre los aficionados locales:
“Era uno de esos partidos de la liga infantil en el Central Park. Estos partidos son básicamente excusas para hacer correr a los hijos mientras los padres se lo miran desde la barrera. El árbitro no se presentó, aquel día. Un tipo que pasaba por allí dijo que era árbitro y los padres dijeron que adelante, que arbitrara.
”Durante el partido, el árbitro detenía el juego ocasionalmente y hablaba con los niños para corregirles y hacerles jugar mejor. Los padres, poco a poco, se fueron cabreando hasta que al final le dijeron que se largara. ¿Cuál era el nombre del árbitro? Pep Guardiola Sala”.
Hace tiempo que corre este rumor y no he podido contrastarlo (el presunto árbitro no ha respondido todavía). Quizás mejor así. El rumor expresa la delicada frontera que hay todavía hoy en Nueva York entre el desorden del fútbol jubiloso y el orden del deporte profesional.
Tan desordenado es que Guardiola quisiera poner orden un día cualquiera en el Central Park, como que de campo en campo corra el rumor de que en cualquier momento el Olimpo se desabrocha, baja a tocar el césped húmedo del gozo y enseña a un niño a entender la orden del mundo.