El padre de ‘Playboy’ se recata
HUGH HEFNER, VETERANO FUNDADOR DE LA REVISTA MÁS FAMOSA DEL MUNDO POR LOS DESNUDOS FEMENINOS, HA AUTORIZADO UNA DE LAS DECISIONES MÁS DIFÍCILES DE SU EMPRESA: ACABAR CON EL DESTAPE DE SUS ‘CONEJITAS’
La por muchos irreverente revista
Playboy, aquella que en sus momentos más gloriosos medio mundo dijo comprar por los artículos y no por sus desnudos, ha acordado tapar a sus modelos, las populares conejitas, a partir de su edición de marzo. No lo hace por un ataque repentino de pudor, ni tan siquiera para contentar a los defensores de la decencia moral norteamericana, que han luchado 62 años, erre que erre y sin desfallecer, para vivir este momento. El tape llega de la mano de internet, que ha acercado los desnudos, leitmotiv de la publicación, a la distancia de un clic, y ha resquebrajado el monopolio de la afamada revista.
Los números cantan: Playboy, que en su día vendió cinco millones de ejemplares, ahora apenas se acerca al millón y, por el contrario, su versión digital se cuadruplica. Además, el puritanismo de la sociedad americana ya no es el que era y sus tabúes sexuales distan mucho de cuando, a principios de los cincuenta, Playboy empezó a provocar con sus desnudos, y la evolución de la oferta gráfica de la revista, del desnudo integral al tapado insinuante, ha transcurrido de manera paulatina.
La decisión de no mostrar más desnudos totales en la edición impresa fue acordada por el actual equipo directivo de la revista, con Scott Flanders a la cabeza. Pero para tomar tamaña determinación, antes hubo la pertinente consulta al todopoderoso Hugh Hefner, que bendijo la operación. Y cuando Hef –así le llaman– dice que sí, no hay más que hablar. El octogenario, casi noventón, fundador y editor de Playboy, mantiene sus influencias intactas y un giro copernicano de estas características no podía tomarse sin su beneplácito.
Precursor del erotismo gráfico, así gusta que le describan, se ha convertido en un carismático icono y defensor de la revolución sexual. Sirvió al ejército estadunidense en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial y, a su regreso, estudió Psicología en la Universidad de Illinois. Educado en el seno de una familia muy estricta, conservadora y religiosa, Hef amasó desde su coartada adolescencia la idea de crear una revista sobre lo que en América se llamaría Stag Party (expresión equivalente a una fiesta para hombres solos). Se empecinó en la idea hasta conseguirlo; reunió dinero, un poco de aquí y otro poco de allá, entre amigos y conocidos. Lo que salió de la chistera de Hef, a parte del emblemático conejo, se asemeja a lo que bien pronto triunfaría: la revista Playboy. Pero lo que dio alas a la aventura fue una foto que el propio Hefner había comprado de la actriz Marilyn Monroe desnuda, tomada antes del éxito de la Tentación Rubia. Compuso esa primera revista sobre la mesa de la cocina de su casa en Chicago sin presupuesto para una segunda entrega y, ya en los quioscos, Playboy empezó a subir como la espuma.
La revista Vanity Fair lo definió como “el rey de la elegancia retro” y su vida está salpicada de claroscuros. Adicto a la Viagra, declaró hace apenas unos años mantener una vida sexual activa; cuenta la leyenda que se ha acostado con más de mil mujeres. Alrededor de su mansión Playboy y con la revista como buque insignia, Hef ha amalgamado un sinfín de empresas relacionadas con el sexo que le han convertido en un empresario de éxito. Pero a él le gusta recordar que Playboy ha sido más que
una revista con mujeres atractivas en ropa ligera o sin ella, y recuerda hasta la hartura que en su revista han escrito grandes como Gabriel García Márquez, quien publicó su famoso cuento El ahogado más hermoso del mundo, o Norman Mailer, que escribió un famoso perfil sobre el músico David Bowie, o Hunter S Thompson, que avanzó parte de su libro La maldición de Lono.
Hefner también se vanagloria de las reputadas entrevistas que ha publicado la revista a lo largo de su historia. Entre desnudos, en enero de 1965, recién recibido el Nobel de la Paz, el líder de los derechos civiles Martin Luther King, que luego sería asesinado, aseguró que “un militante debe ser a la vez un moderado, y un realista a la vez un idealista”, al defender “la poderosa arma de la no violencia”. Dos años después, en 1967, el comandante de la revolución cubana Fidel Castro, afirmó a
Playboy que consideraba que “todos nosotros deberíamos retirarnos relativamente pronto” –casi 40 años después de lo dicho cedió el poder a su hermano Raúl–. Otro revolucionario latinoamericano, el presidente sandinista de Nicaragua, Daniel Ortega, señalaba en 1983 que Ronald Reagan era “una especie de monstruo Frankestein” que “quiere matar a todos los malos” del país centroamericano.
Pero, sin renunciar ni a los grandes escritores ni a los influyentes pensadores, el recuerdo que mantienen intacto muchos de los lectores de Playboy son sus portadas. Aquella célebre Marilyn desnuda en una cama de terciopelo rojo que tanto revuelo provocó en su día dio paso a otras célebres imágenes como la de Kate Moss cuando la revista cumplió 60 años (2014), o Sharon Stone poco antes de su Instinto básico (1992). Una de las más asiduas en la historia de Playboy ha sido, sin lugar a dudas, Pamela Anderson, que desde 1991 hasta 2011 ha repetido portada en al menos seis ocasiones; también Anna Nicole Smith fue requerida varias veces entre los años 1993 y 2007. La mujer 10 Bo Derek (1980) y la reina del pop Madonna (1985) han posado para la revista, como también lo hicieron Drew Barrymore (1995), Charlize Theron (1999), Naomi Campbell (1999) o Mariah Carey (2007). Hasta Marge Simpson (2009), con motivo del 20 aniversario de Los Simpson ,se vistió de conejita para la revista
Playboy.
Hugh Hefner no ha soltado el timón de Playboy en sus 62 años de historia, si bien y debido a una crisis que casi retira la revista del mercado en los años setenta, cedió parte del control a su hija Christie, quien reflotó con éxito la empresa extendiendo su línea co-
El fundador de la revista es adicto a la Viagra y cuenta la leyenda se ha llevado a la cama a mil mujeres
Christie Hefner ha reflotado la empresa de su padre ampliando el negocio al cine, el vídeo e internet
mercial al mundo del cine, el video y la cibernética. Por otra parte, la desmedida entrega de Hef a
Playboy ha marcado su vida privada, constándole el divorcio con su primera mujer, Mildred Williams en 1958, con quien tuvo sus dos primeros hijos: la citada Christie y David. A partir de esta ruptura, en la mansión de Playboy y en la vida del magnate no han dejado de entrar y salir mujeres. Una de sus parejas más duraderas fue Barbi Benton, que apareció en más de una ocasión en la revista. Luego, en 1989, se casó con Kimberley Conrad, que mereció una edición especial de Playboy donde aparecía desnuda a lo largo de 93 páginas. Por aquel entonces, Hef tenía 63 años y Kimberley, 25. En enero de 1998 se separó de Kimberley, con quien tuvo dos hijos: Marston y Cooper. La última relación que se le conoce, no exenta de dimes y diretes, es con su actual esposa Crystal Harris, con la que se casó en Nochevieja de 2012 en la mansión Playboy.
En las pocas entrevistas que Hefner ha concedido, siempre y por sistema, huye del término pornografía para definir su trabajo: “Nunca he considerado Playboy pornografía y nunca publicaría pornografía”. Para él, la pornografía es sexo explícito y Playboy es una revista “de estilo de vida que incluye imágenes con contenido sexual”. Sus detractores defienden lo contrario y le acusan de maquillar el negocio con eufemismos. Hef se defiende indicando que las sociedades tienden a enfermar “cuando consideran que las imágenes de mujeres desnudas son obscenas”.
Para conquistar a una mujer, o en su caso a varias a la vez, dice tener un truco infalible: “Yo sólo tengo que decir cinco palabras mágicas: ‘Mi nombre es Hugh Hefner’”.