La Vanguardia (1ª edición)

Actriz porno, católica y espía

- JAUME COLLELL

Aparecía con vestiditos blancos, transparen­tes, la corona de flores en la cabeza y el osito de peluche en el regazo…

Cicciolina, conocida actriz porno, se declara sin ambages creyente y católica practicant­e. Lo recogió hace dos años el Diario

de Las Palmas: “Voy a menudo a la iglesia a rezar y siento que Dios me ha ayudado siempre en los momentos difíciles”. Y si no ha tenido una vida difícil, sí que la ha tenido aturdida. Nacida en Budapest en 1951, con trece años ya hacía de modelo y posaba desnuda para una agencia. No sentía vergüenza porque le gustaba. “Desnudarme era un arte y una necesidad, me sentía bella por dentro y por fuera”, confesó al mismo diario. A principios de los años setenta fue espía del servicio secreto húngaro durante el régimen comunista. Era recepcioni­sta en un hotel de lujo. Se le presentaro­n tres señores jóvenes y trajeados y le propusiero­n el trabajo. Consistía en llevar siempre una grabadora en el bolso cuando iba a tomar unas copas con los turistas y debía interrogar­les sobre la finalidad de sus viajes a Hungría. Después pasaba un informe a los superiores.

Illona Staller –su nombre real–, nació en una familia burguesa. La madre era comadrona y el padre un funcionari­o público del Ministerio del Interior, que las abandonó cuando la pequeña tenía tres años. Ella quería ser arqueóloga pero la madre soñaba con que estudiara Medicina. Con 22 años se fue a Italia junto a Salvatore Mercuri, empleado de una agencia de viajes, con quien se casó. En el nuevo país, la chica explotó su imagen de rubia con cara de ángel y sonrisa inocente. El candor infantil y el ademán de Barbie pudorosa proyectaro­n un contraste que nadie habría atribuido a una estrella del cine pornográfi­co. Siempre rechazaba que se la tuviera como una muñeca hinchable por la vulnerabil­idad que contagiaba. Hizo películas de alto voltaje y era requerida en todas partes –discotecas, television­es, revistas– donde salía con vestiditos blancos, sedosos, semitransp­arentes, la corona de flores en la cabeza y el osito de peluche en el regazo… A veces no tan sólo mostraba una teta, normalment­e la izquierda, sino que realizaba striptease­s integrales, como lo que hizo en TVE en 1986 en el especial de Fin de Año, y a menudo bailaba desnuda.

La popularida­d la empujó hacia una notable carrera política. En 1987 gracias al Partido Radical obtuvo acta de diputada para Roma. Este mismo año visitó el Parlamento de Portugal y después, España. Conoció Bilbao, Valencia y Sevilla, pero en Madrid la Mesa del Congreso de Diputados no le permitió el acceso al hemiciclo. Tras un intento frustrado de hacer carrera política en Hungría, en el 2002 se presentó a las elecciones municipale­s en Monza (Italia), sin éxito, y en el 2004 dijo que optaría a la alcaldía de Milán. El último proyecto político de Cicciolina consistió en la fundación en el 2013 del partido DNA (Democracia, Naturaleza, Amor) que proponía la reapertura de los prostíbulo­s, la legalizaci­ón de la prostituci­ón y, el matrimonio homosexual, y un salario mínimo para los jóvenes a base de recortar los gastos militares.

Como una operación publicitar­ia más, propia de su personaje, se ofreció a hacer el amor con Sadam en 1990 y con Bin Laden en el 2006 para contribuir a la paz del mundo. “Mis pechos no han hecho daño a nadie, en cambio las guerras provocan miles de muertos”, declaró en aquellos momentos.

En 1991 Cicciolina se casó con el artista norteameri­cano Jeff Koons, que aprovechó la relación para fabricar Made in Heaven, una serie de pinturas, fotografía­s y esculturas de cristal, plástico, madera y mármol en las cuales se puede ver la pareja haciendo el acto sexual explícitam­ente. Esta obra estuvo expuesta recienteme­nte en el Museo Guggenheim de Bilbao. Koons es, precisamen­te, el autor de Puppy, el perrito recubierto con plantas en floración que hay en la entrada del museo bilbaíno.

El matrimonio se separó tras el nacimiento de Ludwig Maximilian, en octubre de 1992. La custodia del hijo enfrentó a la pareja ante los tribunales, mientras se lo iban arrebatand­o. Ahora Ludwig ya tiene 23 años, se ha mantenido al lado de la madre, pero desde el 2009 ha vuelto a reunirse con el padre. Madre e hijo viven en un ático en una zona tranquila de Roma. Hace poco, la actriz apareció por sorpresa junto a Naomi Campbell y Dontalle Versace en la fiesta que la firma Givenchy convocó en Milán. Todavía es todo un icono.

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DEUTSCH JEAN-CLAUDE / GETTY
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Arriba la actriz en el Festival de Cannes de 1988. Sobre estas líneas el pasado septiembre en Milán
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