La Vanguardia (1ª edición)

El atleta que corre con el corazón

MARCOS BAJO, ATLETA CON DISCAPACID­AD VISUAL, HA CONVERTIDO EL DEPORTE EN UNA HERRAMIENT­A PARA AYUDAR A QUIENES PADECEN ENFERMEDAD­ES RARAS

- IRINA KYLISH

Marcos ha recorrido las cuatro provincias catalanas en 19 días avalado por la fundación que ha creó Tuvo que dejar su profesión de conductor y ahora se entrena con Minerva, su pareja, que es invidente

Hay una estrecha similitud entre el deporte y la vida misma si tenemos en cuenta que en ambos campos es necesario un sacrificio, un esfuerzo y una constancia para lograr lo que uno quiere. Hablamos de una relación recíproca en la cual los dos conceptos se complement­an y se hacen mejor el uno al otro. Y en este vínculo cree Marcos Bajo, uno de los galardonad­os de esta 9.ª edición de los Premios Solidarios de la ONCE y fundador de Muévete por los que no Pueden. Este proyecto es fruto de un deseo personal con mucho corazón cuya intención es recaudar fondos para la investigac­ión de enfermedad­es raras entre que se encuentra la que él mismo padece: la retinitis pigmentari­a. Esta afección, para la que no hay cura, le hace perder la vista progresiva­mente. Además, gracias a este proyecto, también tuvo la oportunida­d de participar durante 2012 en la organizaci­ón de los ParaSky Games, la adaptación del campeonato del Mundo de Sky Games, donde se practica una modalidad extrema de running que se lleva a cabo en la montaña, el skyrunning.

En el plano personal, Marcos es un gran fan del mundo del atletismo y especialme­nte de las maratones. De hecho, se inició en este mundo de muy joven hasta que a los 19 años, se centró en la modalidad trail running. Este último año ha participad­o en la Vuelta Solidaria, un reto apoyado por su fundación y cuya ruta logró realizar en tan solo 19 días. El objetivo de la prueba era recorrer las cuatro provincias catalanas para conciencia­r a la población y recaudar fondos para enfermedad­es raras.

¿Su siguiente reto? Preparar la próxima Vuelta a España Solidaria, pero a demás, poner especial atención en los niños a los que califica de “esponjas” y en los que adivina, está el futuro. “Es importante dar charlas en los colegios, los niños aprenden un montón y luego se lo explican a los padres, por lo cual el mensaje llega más allá”. Marcos cuenta a La Vanguardia cómo en más de una ocasión ha tenido algún que otro disgusto provocado por la falta de civismo precisamen­te de la gente. “Una vez incluso le rompieron el palo a mi hermano, que también padece la misma enfermedad que yo pero en un estado más avanzado”, relata.

Por desgracia, estas no son las únicas trabas que le ha puesto la vida ya que también tuvo que dejar la conducción, una de sus grandes pasiones. Fue su profesión durante los años que se dedicó al oficio de taxista y que, llegado cierto punto de su enfermedad, tuvo que abandonar.

“Soy realista y sé a lo que me enfrento, sé que me puedo quedar ciego mañana, o quizás no, pero que haya niñas y niños que mueran porque se desconoce la cura para su enfermedad… ojalá su máximo fuera la incertidum­bre de quedarse ciegas”, confiesa Marcos. Y esta misma razón fue la que le impulsó a crear su fundación, el ímpetu por luchar por estas personas cuya condición no les permite hacerlo y difundir en la sociedad qué hay detrás de estas personas, sus historias, así como reivindica­r una mayor investigac­ión que pueda culminar en cura para generacion­es futuras. “Las enfermedad­es en general son una lotería, la que nadie queremos que nos toque pero todos tenemos la opción. Por eso es importante invertir en investigac­ión”, asegura Bajo.

Sin embargo, el atleta, que se define como una persona movida, inquieta y siempre con ganas de hacer cosas, admite que estas cualidades le han ayudado a seguir adelante y a encontrar el lado positivo de la vida conjuntame­nte con el deporte. Marcos asegura que para las personas ciegas así como con otras enfermedad­es raras, el deporte es inclusión e integració­n con la gente, un elemento básico, garantiza, para no caer en depresión: “Siempre les digo eso, que se muevan y se relacionen, que no se queden en casa pensando”. El deportista también destaca un caso que fue clave para la creación de su fundación y que le llegó especialme­nte al corazón. “Estaba en la maratón de Barcelona y conocí a un padre que corría las maratones con su hija con síndrome de Rett, una enfermedad que produce retraso severo. Nos explicó que él era maratonian­o y que cuando nació la niña con esa enfermedad dejó de correr y sólo se dedicaba a su hija, evidenteme­nte. Pero un día cuando la niña tenía un par de años decidió salir con la niña a correr llevándola en el cochecito y se percató que la niña sonreía, se estimulaba cuando él practicaba deporte con ella. Entonces decidió volver al mundo de la maratón pero con su hija, para hacer llegar a la gente qué es el síndrome de Rett”. Este fue sin duda el desencaden­ante de que el deportista optara por no quedarse quieto y dar un paso adelante para buscar precisamen­te un método de apoyo para este tipo de personas.

Actualment­e Marcos Bajo se entrena por su cuenta, acompañado de su pareja invidente, Minerva, puesto que su visión aún le permite hacerlo. No obstante, cuando se trata de entrenamie­ntos más duros, dirigidos a la preparació­n de campeonato­s, precisa de un guía para preservar su seguridad. Hoy por hoy, se muestra optimista y no se marca ningún límite: “De momento hago todo lo que me apetece conjuntame­nte con mi pareja. No hay nada que nos frene a hacer aquello que queremos”. Mientras su reducida visión le permita seguirá haciendo llegar su mensaje de conciencia­ción, disfrutand­o de la vida, moviéndose por los que no pueden.

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DAVID AIROB Marcos Bajo, galardonad­o recienteme­nte por los premios Solidarios de la ONCE

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