La caja misteriosa
MAS deploró ante el Parlament que después de diez años de “observarnos con lupa” no se ha podido encontrar nada. Pero que la lupa se sitúe sobre los partidos políticos no debería preocupar, al contrario: resulta necesario para la pulcritud del sistema que las lentes de aumento estén siempre presentes sobre la gestión para la tranquilidad de todos. La democracia es sobre todo el control del dinero público y de las actitudes privadas, pero también de los valores compartidos.
“Lo que un hombre puede inventar, otro lo puede descubrir”, le hizo decir Arthur Conan Doyle a Sherlock Holmes con una lupa en la mano, convirtiendo esta lente convergente en metáfora no sólo de la deducción, sino también de la escrupulosidad. El problema es que a Mas le han mirado en alguna ocasión con lupas de cristales deformadores, así que puede entenderse en parte su discurso. Pero no es menos cierto que la sombra de la sospecha sobre su persona no se ha disipado con la misma facilidad que las tinieblas sobre el partido: cuando una organización ha visto como le detenían a dos tesoreros es que algo no se ha hecho bien. Nada que no les haya pasado a otras fuerzas en un país donde ha faltado transparencia en la financiación de los partidos, y donde ha habido quien se ha aprovechado personalmente. No es el caso de Osàcar y Viloca, que ponen la cara pero no han puesto el bolsillo. Si hay irregularidad en los ingresos del partido, las responsabilidades no quedan en esta planta del edificio.
Sería bueno que todo acabara en nada, pero no parece que esta vez salga gratis. Una caja fuerte que apareció tras los registros es objeto ahora de múltiples especulaciones. El martes se procederá a su apertura. Si al final la justicia no tiene donde agarrarse, Mas y su gente podrán izar la bandera del victimismo. En caso contrario, el proceso podría embarrancar y la política catalana entraría en una nueva dimensión: la dimensión desconocida.