DENTRO DEL CALIFATO
“Objetivo: califato universal”, a la venta esta semana, explica las claves del yihadismo radical que sólo atiende a motivos religiosos
El nuevo libro de Eduardo Martín de Pozuelo analiza, a partir de las ideas del radicalismo islámico, la proliferación de grupos yihadistas por todo el mundo y su ubicación dentro del islam.
El islamismo radical, el que representa el Estado Islámico (o Daesh), Al Qaeda o los talibanes, por poner sólo algunos ejemplos, se encuentra sumido en una guerra que justifica desde una lectura extrema del Corán. Lo que para Occidente es terrorismo, para los islamistas es una batalla necesaria cuyo objetivo final es convertir el mundo en un califato universal regido exclusivamente por la charia o ley de Alá. En contra de los argumentos políticos y sociales que se esgrimen a diario en los medios de comunicación no musulmanes, entre los yihadistas y sus líderes no se encuentra ni una sola referencia a estas cuestiones. Todos ellos apelan a la religión para justificar sus acciones, ya sea en sus propios campos de batalla, a la hora de cometer atentados o en el momento de ejecutar a quienes consideran infieles.
“Ustedes atacan al Califato, atacan al Estado Islámico. Nosotros les atacamos. Ustedes lloran a sus víctimas como si no entendieran qué está pasando con las gentes de mi pueblo que mueren. Mientras, ustedes y su coalición, con ustedes a la cabeza, bombardean regularmente y nos envían a sus fuerzas asesinando civiles, matando a soldados. Ustedes son los únicos que matan. ¿Por qué? ¿Porque nos basamos en la charia? ¿Ustedes deciden qué pasa en la Tierra? ¿Es eso? Nosotros no vamos a permitir que eso ocurra. Vamos a luchar”.
Con estas palabras, Amedy Coulibaly, un ciudadano francés musulmán de origen maliense, delincuente común, radicalizado en el extremismo mientras estuvo en prisión, de 32 años, justificó el jueves 8 de enero del 2015 el asesinato a sangre fría por la espalda de una policía local de París que estaba interviniendo en un accidente de coche. Le disparó con su kaláshnikov, el arma fetiche del yihadismo como en el pasado fue la cimitarra para los combatientes musulmanes en las guerras santas.
Al día siguiente mató a cuatro judíos franceses que se encontraban en una tienda de alimentos kosher también de la capital francesa. Coulibaly se sentía y estaba muy cerca en cuerpo, espíritu e ideología de los hermanos Chérif y Said Kouachi, autores de la matanza en la redacción de Charlie Hebdo ocurrida la mañana del 7 de enero de 2015 cuando dos extremistas musulmanes encapuchados y armados de los consabidos kaláshnikovs mataron a doce personas, dos de ellas policías, e hirieron de gravedad a otras cuatro. Al Qaeda en la península Arábiga (Yemen) se atribuyó la masacre como una venganza por el honor profanado del profeta Mahoma, fundador del islam.
Antes de llevar a cabo sus crímenes, Coulibaly grabó un vídeo a modo de testamento en que explicaba los motivos que se escondían detrás unas acciones de extrema violencia que conmovieron al mundo. Lo primero que mostraba la grabación era un texto que reproducía palabras del Corán que los yihadistas consideran dog-
ma de fe: “Y preparaos todo lo que podáis para luchar contra ellos (los infieles) como fuerza y como equipo para aterrorizar al enemigo de Alá”.
Objetivo: califato universal aborda todas las preguntas que se hace el ciudadano de a pie tales como la proliferación de grupos yihadistas, su implantación en distintos territorios, sus conexiones e incluso sus diferencias, muchas de las cueles tienen su explicación en la historia. Por esta razón, las referencias históricas que contiene el libro se deben a que sólo a través de las historia del islam se puede entender porqué hoy en día hay tantos grupos yihadistas que matan a otros musulmanes no partidarios de su ortodoxia.
Por este motivo, precisamente, este libro subraya que de los 1.700 a 1.900 millones de musulmanes que hay en el mundo, sólo 425 millones son fundamentalistas y de estos últimos se estima que son 75 millones los yihadistas con vocación terrorista, según los datos que maneja el Pew Research Center, Religion & Public Life de Washington.
Otra de las revelaciones con las que el lector se topará es la conexión histórica y poco conocida entre el nazismo y el yihadismo radical. Durante la Segunda Guerra Mundial, Amin al Husayni, el gran muftí de Jerusalén y creador del Congreso Islámico Mundial, se reunió, entre otros altos cargos nazis, con el hauptscharführer de las SS, Adolf Eichmann, para discutir la cuestión judía, logrando ayuda financiera y militar de la Alemania nazi para impulsar su proyecto islámico radical.
En 1941, Al Husayni fue recibido en Roma por Benito Mussolini. El líder fascista italiano se comprometió también a ayudar a la causa palestina contra los judíos. Antes de abandonar la capital italiana, Al Husayni declaró una fetua yihad, un edicto religioso de guerra santa y de obligado cumplimiento, contra Gran Bretaña.
Su evolución hacia el islamismo más ortodoxo quedó definitivamente de manifiesto con la proclama que protagonizó el 1 de marzo de 1944 en Berlín. En este acto, Al Husayni arengó a las tropas musulmanas de las SS con estas palabras: “Matad a los judíos dondequiera que los encontréis. Esto agrada a Alá, a la historia y a la religión [islam]. Esto salva vuestro honor. Alá está con vosotros”. Acabada la guerra, y sin que llegara a ser condenado por los británicos, Amin al Husayni volvió a Palestina.
¿Qué territorios quiere dominar el islamismo radical? ¿Cuáles son los principales grupos del terror?, ¿De dónde sale el dinero para financiar su guerra? ¿Cómo y qué tretas utilizan para captar adeptos? Estas son algunas de las preguntas a las que responde esta obra, que se completa con un amplio glosario que recoge las palabras, expresiones y conceptos que con más frecuencia aparecen en los comunicados de los líderes del extremismo islámico y que resultan imprescindible conocer con precisión para comprender la idiosincrasia del movimiento yihadista. Por ejemplo, almuecín, chiíta, dawa, fetua, hudna, kafir, muftí, Romiyah, sunna, tabi’in, taqiya, shayla o zakat.
Todos los atentados han dejado huella en la memoria más reciente de Occidente, como el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York o el de Atocha en Madrid. Sin embargo, la actividad terrorista arranca mucho antes. Un ejemplo: “La noche del 21 de febrero de 1972, la torre de control del aeropuerto de Bombay recibió un extraño mensaje procedente de un jumbo que se disponía a despegar: “A partir de ahora llámenos yihad victoriosa. Si nos llama Lufthansa no responderemos”. Cinco millones de dólares evitaron la matanza de 188 personas.
SU JUSTIFICACIÓN Lo que para Occidente es terrorismo, para los islamistas es una batalla necesaria CONEXIÓN POCO CONOCIDA El yihadismo tuvo ayuda de los nazis para impulsar su proyecto radical