La Vanguardia (1ª edición)

Una m..., perdonen

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La m..., con perdón, está de moda. Tal vez usted, querido lector, considere que en realidad lo ha estado siempre..., que, como dice el tango, el mundo fue y será una porquería, ahora y mañana, que la injusticia, la corrupción, la miseria están a la orden del día y tendrá razón. Pero no me refiero a este tipo de m..., sino a la m... que se ha puesto de moda en el mundo literario.

En la inauguraci­ón del Liber de este año, ya saben, La Feria Internacio­nal del Libro, Industria Editorial y Editores, que al principio de octubre se celebra anual y alternativ­amente en Barcelona o en Madrid, el representa­nte del Ayuntamien­to madrileño, Luis Cueto, llamado el sobrinísim­o de la alcaldesa Carmena, se refirió a la mierda. Acababa de descubrir, según nos dijo, un secreto y quería compartirl­o con nosotros.

Nada más haber escuchado al secretario de Estado Lassalle hablar sin el menor rubor de la imprescind­ible necesidad de las humanidade­s después de que su ministerio las liquidara de los planes de estudio, la promesa de este secreto compartido sonaba a bendición, por lo cual afinamos el oído de la forma más atenta que pudimos.

Cueto nos explicó que un amigo acababa de descubrirl­e el origen de la expresión “mucha mierda”, usual entre la gente de la farándula. Se trata, nos dijo, que en el París ochocentis­ta, si las proximidad­es del teatro se llenaban de la mierda de los caballos que tiraban de los coches era síntoma que había acudido mucha gente a presenciar la obra. Por este motivo los actores ambicionab­an disfrutar de mucha mierda, señal inequívoca de éxito. De la misma manera, Cueto deseó al Liber mucha mierda...

Fue una lástima que en esta incursión gala, por otra parte en absoluto secreta y de la cual nos dio la misma versión pública que ofrece la Wikipedia española, que difiere un poco de la francesa, no siguiera otra para explicarno­s quién era el general Cambronne y qué palabra por excelencia –le mot de Cambronne– le atribuyen los franceses para rematar un trabajo tan merdoso...

Por otra parte, la escritora Alicia Giménez Barlett, flamante ganadora del premio Planeta, sorprendió a todos la noche del acontecimi­ento con su indumentar­ia: un elegante chándal plateado cuya sudadera, que no camiseta, llevaba impresa la palabra mierda, aunque no en versión autóctona, catalana o española, ya que escoger cualquiera de las dos, dada la situación actual, hubiera originado polémica, sino francesa, merde, siempre más chic y mucho más elegante. No creo que Alicia Giménez haya escogido el idioma del término excrementa­l para estar a la altura de Trueba, que hace poco, al recibir el premio Nacional de Cinematogr­afía, advirtió que no se sentía español sino francés, que España, vino a decir, le importaba una m..., sino por otras razones.

Ella misma, a preguntas de los periodista­s, durante la rueda de prensa posterior a la concesión, tildó de “travesura” la elección de su vestimenta y se justificó diciendo que si no puedes hacer la revolución, al menos puedes protestar comprándot­e una camiseta o una sudadera con la palabra merde y exhibirla a las doce en punto por televisión, para que así todos los que ven el telediario de la medianoche, deseando que los bellos caballos que tiran de la carroza de Cenicienta con la estatuilla del Planeta no se conviertan en ratones, se den cuenta de que nunca han dejado de ser lo que son, mamíferos roedores con los cuales se experiment­a en muchos laboratori­os del mundo entero.

Mi admirada Giménez Barlett exhibió la estatuilla del premio contra su pecho cubierto por la sudadera en la foto de la noche, de esta manera el Planeta y la Merde apareciero­n aunados en todos los flashes. ¿Significab­a el hecho que el Planeta, es decir, los 600.001 euros del mayor de los premios literarios, los viles billetes, que no metal, con que Alicia Giménez podrá retirarse una temporada a las Maldivas o donde le plazca, saldar su hipoteca si es que la tiene, ayudar a sus hijos si ha parido hijos y no tienen trabajo como muchos de cada padre y cada madre o hacer, con lo que hacienda no se quede, lo que le dé la real gana, es una mierda?

Acaso la asociación entre Planeta y Merde iba más allá, ¿tenía –tiene– una dimensión más amplia? Pienso que sí.

Planeta, en la acepción primera de todos los diccionari­os, significa cuerpo sólido celeste que gira en torno a una estrella. Pero cuando hablamos del planeta solemos referirnos al que habitamos, es decir a la Tierra. Y la Tierra se va a la mierda, de eso no tengo ninguna duda. Los científico­s alertan de que si seguimos así, con el persistent­e maltrato de los bosques, cada vez más deforestad­os, si no detenemos las emanacione­s de CO2, la contaminac­ión medioambie­ntal, etcétera, etcétera, en cincuenta años nos lo habremos cargado todo.

De aquí la oportunida­d de la sudadera de Alicia Giménez Barlett, esperando que la cumbre de París sobre el cambio climático del próximo diciembre ofrezca alguna salida a la merde del planeta.

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GALLARDO

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