La Vanguardia (1ª edición)

De espaldas al sol

- C. SÁNCHEZ MIRET, socióloga Cristina Sánchez Miret

Esta noche hemos cambiado la hora. Las tres de la madrugada se han convertido en las dos. Hay quien lo ha hecho –los previsores– antes de ir a dormir y ya ha dejado el reloj una hora retrasado para levantarse en el horario de invierno. Hay quien lo ha hecho nada más levantarse para afrontar el día en hora, y quien no lo ha cambiado porque es mañana cuando trabaja y entonces ya se preocupará del reloj. También hay quien se ha levantado sin ni pensar ni acordarse y hasta que no interaccio­ne con alguien o alguna cosa que ya esté en hora no se dará cuenta de que lleva el reloj mal; por suerte, no haber hecho el cambio no le hará llegar tarde.

En todos los casos hay un reloj que no se pondrá tan fácil o tan ordenadame­nte en hora. Al reloj de nuestro propio cuerpo no lo podemos hacer ir adelante o atrás tan a la ligera como lo hacemos con los utensilios que llevamos en la muñeca o que tenemos repartidos en diferentes aparatos, algunos de los cuales ya se ponen automática­mente solos en el horario marcado.

Es cierto que no todo el mundo lo nota de la misma manera y con la misma intensidad, pero los cambios horarios tienen efecto en todos nosotros y no un efecto positivo. También en aquellos que piensan que preocupars­e por eso es una tontería. Más todavía cuando en nuestro caso, en comparació­n con otros países europeos, estamos muy alejados del horario solar. Como seres vivos, cuanto más contraveni­mos las pautas del mundo natural que nos rodea, más problemas de salud tenemos y menos bienestar conseguimo­s.

Ahora bien, hacer estos cálculos puede parecer que es más difícil que poner sobre la mesa cuánta energía se gasta o deja de gastar con el cambio de hora. De hecho, se empezó por justificar estos cambios de horario por una cuestión de ahorro, que actualment­e ya no está tan clara ni en términos de gasto económico ni energético. Pero, en cualquier caso, no son estos los únicos parámetros a tener presentes.

Hay diferentes países que se empiezan a plantear si es convenient­e seguir haciendo esta diferencia horaria de verano y de invierno, pero en nuestro caso hay, todavía, más elementos que considerar. Es necesario que volvamos al huso horario del que nos fuimos durante la dictadura; y nos hace falta, además, una nueva cultura horaria que nos permita vivir, trabajar y divertirno­s en un horario menos perjudicia­l para nuestra salud.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain